El papel de los partidos alternativos, aunque no alcanzaran el 2% de los votos emitidos en el proceso electoral recién pasado fue titánico si se toma en cuenta lo que debieron enfrentar.
Durante todo el proceso debieron enfrentar una campaña electoral matizada por la mañosería, el clientelismo, el transfugismo, uso y abuso de los recursos del Estado, compra de conciencia y todas las malas artes desarrolladas por los partidos mayoritarios, que Max Puig define de oligopólicos.
Pero los más de 83 mil votos de alcanzados por los partidos alternativos desvelan la esperanza de un pueblo abatido en medio d la más extraordinaria crisis de valores, ligada la falta de seguridad pública, drogas, corrupción y crisis económica.
Es el voto de los que no pensaron buscar un empleo a través del voto, ni llegar a un puesto público para alcanzar la movilidad social que añora la clase media. Mucho menos del que piensa invertir tiempo y recurso en un partido para llegar al poder e integrarse a la nueva clase dominante en al economía dominicana.
Los que votaron por los alternativos tienen el valor de resistir el clientelismo y el tranfugismo, la compra de cédula, y todo lo que la sociedad dominicana conoce sobre las prácticas electorales.
Guillermo Moreno
El doctor Guillermo Moreno, que sin duda fue el gran ganador de los alternativos en ese proceso electoral sólo tiene que salir a recoger los frutos de su tesonero trabajo para ampliar las estructura de Alianza País y avanzar hacia la meta que se había impuesto.
Alianza País no fue el tercer partido en porcentaje de votos, porque algunos aliados a los partidos mayoritarios se encargaron de amarrar y hasta comprar los votos de sus propios aliados, por lo que la comparación no es posible ni válida. Ni hablar de la cantidad de recursos que manejaron y aún así su porcentaje es considerablemente pobre.
Hemos dicho que no es lo mismo ser un partido pequeño y acudir aliado a un partido mayoritario con todos los recursos que pone ala Junta Central Electoral, más lo que tiene darle el candidato o el partido al que les da su apoyo. En todo caso tiene más posibilidades de acceso a los recursos del sector privado.
Lo duro es ir a un proceso electoral con la seguridad de que no tendrá el trofeo de los bienes del Estado, ni cargos en el Gobierno, ni un aliado a quien pedir recursos cuando los chelitos que les dala Juntase acaban y sin un sector privado que no apoya al que no está marcado para ganar.
Lo duro es convencer a tantas personas de que aunque no vaya a ganar eres una opción seria, que no les defraudará y por lo tanto su voto es una garantía y una expresión contra todo lo que entiende es cuestionable y reprochable.
Ahí es donde el voto de Eduardo, Julián Serulle, Max Puig y Guillermo Moreno conserva su mayor fortaleza y su valor no en la cantidad sino en la calidad de los ciudadanos que depositaron su confianza en ellos.
Trabajar la unidad en los principios
El voto alternativo es todo eso. Un grito contra la desigualdad y todo lo que a diario vivimos criticando al sistema actual y los que alimentan y lo reproducen.
Esos 83 mil votos son más que eso, es una expresión de la conciencia social que avanza en la sociedad dominicana y que debe completar un proceso. El pasado proceso electoral enseñó más que el refajo del sistema y hasta sus actores más conservadores han planteado la necesidad de reformarlo para detener su inevitable en su camino al colapso, dada la perversidad con que se manejado.
Guillermo Moreno, Eduardo Estrella, Max Puig y Julián Serulle deben unificar sus esfuerzos en un compromiso patriótico hacia un acuerdo de principios, en los que les une y tomar como ejemplo la experiencia chile para salir de Pinochet que permitió unificar a fuerzas del centro, de la izquierda y la derecha.