BOGOTÁ. La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, vetó este viernes una ley que iba a hacer de Brasil uno de los pocos países de América Latina con propina obligatoria independientemente de la calidad del servicio recibido, al estilo de Estados Unidos.
El 10 % es el porcentaje más extendido en América Latina a la hora de agradecer el servicio prestado en bares, restaurantes y otros establecimientos gastronómicos.
Salvo en Costa Rica y República Dominicana, donde la ley obliga a incluir una gratificación del 10 % en la cuenta, la propina, palabra de origen latino que significa “para beber”, es voluntaria y en general no hay enojos ni problemas si un cliente no deja nada.
Como mucho le pondrán mala cara y si el camarero tiene buena memoria o es rencoroso le atenderá mal la próxima vez.
La costumbre, como en el caso del 10 %, manda y son monedas lo que más reciben los camareros y otros empleados del sector en América Latina.
Noticias como la súperpropina de 1.000 dólares dejada por el DJ Calvin Harris al capitán y a la tripulación del yate que alquiló para grabar su nuevo videoclip son raras en América Latina, al igual que los cheques por 5.000 dólares que recibieron en 2014 tres camareras de un restaurante familiar del estado de Illinois (EE.UU.) de una comensal que las escuchó quejarse de sus vidas.
En EE.UU. la propina es, de facto, obligatoria. Los camareros cuentan con ella para completar su salario y en el sector de la hostelería suele rondar entre un 15 % y un 25 % de la factura total.
Los salarios mínimos de trabajadores que perciben propinas y los que no son diferentes en EE.UU. y muchos ciudadanos hacen uso de calculadoras especiales para no equivocarse y dejar menos o más de lo estipulado.
La ley vetada por Rousseff imponía como obligatoria una propina de un 10 % para los camareros.
La imposición de la obligatoriedad de la propina era resistida por la Asociación Brasileña de Bares y Restaurantes (Abrasel) y por las asociaciones de defensa del consumidor.
La Abrasel alegó que hacer obligatorias las propinas “provocaría un desorden social, económico y financiero grave para el sector, ya que perjudicaría a trabajadores, consumidores y empresarios”.
“Mi intención era hacer justicia en nombre de los meseros (camareros), que no reciben la propina”, afirmó, por su parte, el autor de la ley, el diputado Gilmar Machado, del oficialista Partido de los Trabajadores (PT).
En Puerto Rico, los restaurantes piden a sus clientes que dejen al menos un 15 % sobre el precio de la factura, pero estos no están obligados a hacerlo.
En Colombia, los establecimientos de más alto nivel suelen registrar en la factura un 10 % del costo final, pero están obligados a preguntar antes al cliente si está de acuerdo.
En la mayoría de establecimientos de estrato medio y bajo no se acostumbra a dejar propina y tampoco la piden.
En México, aunque no es obligatoria, algunos establecimientos, sobre todo restaurantes, incluyen la propina en sus cuentas. Los clientes voluntariamente suelen dejar entre el 10 % y el 15 %.
Además de restaurantes, en México se suele dar propina al personal de las gasolineras y las estéticas y a quienes ayudan a empacar lo comprado en los supermercados.
La ley prohíbe en Nicaragua “incluir propina en el precio y en el cálculo de la factura, o cualquier alusión a la misma, dejando a criterio de las personas consumidoras pagar o no la propina, siendo esta última voluntaria”.
Sin embargo, la mayoría de los establecimientos gastronómicos incluye más o menos un 10 % del valor de lo consumido en la cuenta.
En Paraguay, es corriente dejar propinas en los restaurantes y la cantidad suele ser entre 5.000 y 10.000 guaraníes (de 1 a 2 dólares) y en Argentina, aunque no sea obligatorio, se considera una falta de educación no gratificar de alguna forma a los camareros.
En Bolivia, el cliente mayormente no está acostumbrado a dar propinas y quienes sí lo hacen dejan solo algunas monedas.
Algunos restaurantes ecuatorianos entregan junto con la cuenta una pequeña tarjeta en la que se pregunta al cliente si desearía abonar algo por concepto de propina.
En Venezuela, desde 2013 los establecimientos que cobran un porcentaje al cliente sobre el consumo están obligados por ley a sumarle esta cantidad al salario de sus empleados.
Desde 1995 y por ley, en Uruguay se gravan las propinas recibidas por los trabajadores dependientes y es el Gobierno, según las características de cada actividad, el que determina el monto.
En general, el público chileno deja una propina de acuerdo a la calidad de la atención que ha recibido, aunque algunos restaurantes incluyen como sugerencia en la factura un 10 %.
En Cuba, el cliente deja lo que considere porque no hay una cantidad fijada, pero el 10 % también se ha impuesto en la mayoría de los restaurantes instalados en la zona de La Habana Vieja, tanto los que son estatales como los “paladares” (privados).
En Panamá, donde el 10 % también se sigue, los camareros acostumbran a dividir a partes iguales las propinas de su jornada de trabajo y en algunos casos le dan parte de estas a los cocineros, voluntariamente.