El presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, abrió el lunes el altar en
memoria de las 154 personas muertas en una aglomeración durante
una fiesta de Halloween, mientras las autoridades enfrentaron
acusaciones de que la falta de control policial provocó el desastre.
Después de que el presidente y su esposa dejaron flores blancas en
el enorme altar construido en Seúl por las víctimas -en su mayoría
mujeres jóvenes- del desastre del sábado, el público comenzó a
llegar.
En un memorial improvisado junto a una estación subterránea en el
popular distrito de Itaewon, donde ocurrió la tragedia, la gente se
detuvo para orar y dejar flores.
Hasta 100.000 personas, en su mayoría jóvenes y muchos con
disfraces de Halloween, acudieron a las pequeñas y sinuosas
callejuelas de Itaewon, y testigos citaron la falta de seguridad y de
control de multitudes.
Decenas de miles de personas colmaron un callejón empinado de
no más de tres metros de ancho, y testigos relataron escenas de
caos cuando las personas se empujaron para pasar, sin policías en
el sitio para orientar a la multitud.