Si no fuéramos capaces de escuchar los hermosos sonidos del cantar de las aves, en momentos de silencio y tranquilidad, en un ambiente de paz interior capaz de producir alegría y ensoñación, qué quedaría y qué podríamos esperar de la vida humana.
No podemos imaginar la cantidad de animales que todos los días son eliminados por el envenenamiento de los alimentos, con insecticidas y pesticidas, que, destinados a combatir las plagas e insectos, utilizan productos que se expenden sin recetas ni controles por los organismos de salud, agricultura y medioambiente. Se hace un uso en un estado de inconsciencia y desconocimiento, sin atender normativas y con grandes perjuicios a la protección ambiental de la fauna.
Se está incurriendo en faltas graves al causarles daños irreversibles a los animales que integran nuestra fauna, desde los más inofensivos hasta los más peligrosos. A todos ellos, los que viven en el aire, en el suelo y en el agua se les están recortando las posibilidades de vida.
Y, también, vemos cómo los traficantes asesinan animales, para aprovechar sus pieles, sus plumas, los colmillos, los picos, e incluso la lengua. Muchos animales son secuestrados y arrancados de un hábitat natural, aves, monos, tortugas, iguanas, serpientes, con el fin de venderlos como mascotas.
Hemos visto, recientemente, que muchas de nuestras aves mueren en las playas, porque su intestino está lleno de plástico. Es una consecuencia de no mantener un ecosistema limpio.
Sabemos que la biodiversidad debidamente cuidada es la riqueza natural de las especies; sin embargo, la falta de atención a su conservación ha producido la desaparición de muchas especies animales y pone en peligro de extinción a muchas otras. Somos cómplices de este proceso cuando, por inconsciencia compramos aves y animales para encerrarlos en jaulas pequeñas e incómodas, donde llegan a morir de tristeza, a veces por falta de su compañía habitual, y otras veces por suministrarles alimentos incorrectos o proporcionarles un mantenimiento inadecuado.
Se pronostica que en los próximos cincuenta años podrían desaparecer el 30% de las especies animales que han sobrevivido a la depredación del hombre. Por ejemplo, se estima que actualmente sólo existen 4,600 tigres en todo el mundo: Debemos pensar que todo animal tiene una función que cumplir en la naturaleza. Es parte de la vida que alimenta la misma vida.
Proteger la naturaleza es llevar a cabo una higiene planetaria donde la utilización excesiva de los pesticidas provoca que la leche materna, en muchas madres, contenga una dosis del pernicioso DDT. Si atendemos al caso de la contaminación radioactiva producida por la explosión y el mal uso de plantas y bombas nucleares, que introducen en la estructura corporal de los seres humanos átomos de estroncio radioactivo, debemos concluir que se está contaminando el patrimonio humano hereditario.
Se dice que la felicidad del género humano y de los pueblos está en el conocimiento de la naturaleza, que somos hijos de la naturaleza; por lo que la vida de tocador no es para los hombres, hay que ir de vez en cuando a vivir en lo natural y conocer la fauna de la selva para poder sentirse mejor envuelto en ella, y respirar y sentir otra vida, una vida nueva en el seno de la madre naturaleza.
Estudios de importantes investigaciones diferencian la fauna doméstica de la fauna salvaje. Uno de los casos de los efectos más contaminantes en las abejas es el referente a la acumulación de fluoruro, pues este se acumula en los tejidos por la respiración; este efecto se nota muy determinantemente en los insectos polinizadores.
De hecho, la dosis letal de flúor para las abejas oscila entre 16 y 18 g. lo que produce una mortalidad elevada, llegando en las colonias de abejas hasta 10 g.
En el caso de la fauna salvaje, se han hecho ensayos con liebres debido a ambiente contaminado por arsénico; también, contaminantes del polvo de fábricas de cemento, que afecta a las personas en su sistema respiratorio; lo mismo las industrias de aluminio, que afectan a algunos anfibios.
Para el ganado bovino, el plomo es otro contaminante muy tóxico, que puede producir la muerte por su acumulación, tanto en el aire como en el suelo y en los vegetales; en el caso de los corderos se producen grandes alteraciones cuando absorben dosis asimilables a las normales, pues aparecen síntomas diversos como parálisis en la lengua y en las extremidades, diarrea, anemia y síntomas de debilidad general.
La contaminación de fluoruro, principalmente en las aguas, el aire y el suelo es un factor de primera categoría en la higiene veterinaria. No sólo afecta a los animales salvajes, aves y peces; sino, también, en el ambiente doméstico, a los mamíferos.
Finalmente, sabemos que la explotación de minerales en el país ha hecho mucho daño, no solamente a los animales, sino, también, a las personas. De ello debemos deducir que su explotación siempre deberá centrarse en análisis frecuentes y con elevada conciencia, para preservación del entorno.