Las alianzas políticas en el país, que en un momento dado han sido el fruto de coyunturas, electorales, puramente electorales, han trascendido ese espacio.
Con el tiempo, ha sido fruto de las concepciones pragmáticas de grupos de dirigentes que hacen negocios o de personas que usa la política como forma de trepar puestos políticos en el Estado.
Hay alianzas que no aportan nada, pero en una coyuntura nada hacen el trabajo sucio y desde ese punto de vista justifican lo que recibe.
Otras no aportan votos, pero permiten trabajar con precisión quirúrgica los votos del clientelismo, los votos que se adquieren el mismo días de las elecciones y los que siempre arrojan dudas.
Como muchas de esas organizaciones aliadas no tienen votos en la enorme mayoría de los colegios electorales, entonces es fácil saber si alguien cumplió el acuerdo de aportan tantos votos, porque les indica tal o cual boleta para que no pueda confundirse con el universo.
El problema es que las alianzas, cuando se vuelven reiterativas, son como toda cosa en la vida, cansan y desgastan y los partidos pueden caer en el triste papel de visagras del poder o en el de oportunistas. Ambas cosas a la vez.
Una alianza sin una definición política tiene que degenerar en puestos y beneficios para los dirigentes, que al no llegar a las bases, entonces se aíslan y se quedan solos dirigiendo siglas, usurpando posiciones que nunca son refrendas por las bases de ese partido.
En el mejor de los casos van a procesos amañados donde los resultados están preparados, pero los consecuencias son más aislamiento del dirigente y del partido, que poco a poco va minando sus bases.
Alianzas exitosas y frustratorias.
En términos prácticos se puede hablar de alianzas funestas y exitosas. El PLD siempre fue exitoso manejando alianzas y los Partidos aliados le aportaron los votos para ganar. Claro, ya saben cómo llegaron muchos de esos votos, y en algunos otros casos, son votos del mismo PLD.
También el PRD, en tiempos de Pequeña Gómez hizo alianzas buenas que les dieron resultados y gracias a su solvencia personal, esas alianzas lograban mantenerse cediendo siempre más a los pequeños de lo que realmente aportaban de forma proporcional.
En los últimos años, se ha producidos algunas alianzas frustrantes, como la llamada alianza rosada, que concluyo en una amarga derrota y convenció a sus líderes de que no sólo es negociar sino con quien se negocia.
Desgastes y dilemas de las alianza.
Las alianzas han desgastado al Partido Reformista Social Cristiano y todos los demás partidos pequeños que la han practicado, habrán crecido en puestos en el Estado, algunos, hasta en influencia política, pero no han crecido ni en calidad ni en cantidad, es decir, cuantitativa ni calificativamente.
El Partido Reformista fue absorbido por el PLD al grado tal que ahora es un cascaron vacio, no le queda y tiene el dilema de tener que aceptar lo que les den en una negociación porque sólo no pueden dejarse contar los votos.
Lo mismo pasa con el PRD, las divisiones, los problemas internos y los acuerdos de Miguel Vargas fueron reduciendo y aislando al Partido al punto que ahora requiere de una participación aliada para salvar el pellejo.
Ni el PRSC ni el PRD pueden permitir que les cuenten los votos solos. Si van solo pierden la personería jurídica ante la Junta Central Electoral y eso sería la quiebra definitiva y el cierre de ambos negocios y hasta la pérdida de cientos o tal vez miles de empleos para sus dirigentes.
Pero no solo se perdería una importante de empleos, se perdería influencia política, impunidad, contratos y muchos otros negocios que se operan sobre la plataforma de un partido político aliado.
De tal forma, mis estimados lectores, que por incómoda que resulten las alianzas y por pesada e incongruente que les parezca esas alianzas, la carga se arreglarán en el camino para las alianzas PRSC y PRD con el PLD.
Al PLD
Al PLD les favorecen para mantener control de las tres primeras casillas de la boleta, y quien sabe cuantas más le seguirán, pero no cederá mucho porque el valor agregado en términos número no es imprescindible para ganar y los aliados se han reducido demasiado.
Es alianzas, más las reservaciones de todos los cargos congresuales reduce el pastel del PLD para sus dirigentes, pero ellos tienen cientos de de puestos en el Estado para compensar y consolar a los que se queden.
Por el otro lado, van a enfrentar una oposición dividida, difusa y con una escasa visión del proceso actual.
Este es un proceso digno de analizar en sí mismo, esta vez no habrá dudas del ganador, ni habrá voto rechazo, los votos serán porque tiene que ser, por el ganador o por convicción, pero todo está claro cuando el elector se pare frente la boleta en su mesa de votación