Leonardo Sánchez estaba durmiendo apaciblemente en el autobús que lo transportaba a Oregon para recolectar arándanos cuando repentinamente su rostro se impactó con el asiento frente a él, y despertó en medio de una escena espantosa de caos y muerte.
El autobús en el que viajaba Sánchez y aproximadamente 30 personas más antes del amanecer a través del Valle de San Joaquín, en California, había chocado de alguna manera de frente con un poste que sostenía un letrero de salida en la autopista, el cual casi lo partió a la mitad. Cinco personas murieron y al menos 18 resultaron heridas, incluidas seis que son reportadas en estado grave o crítico.
Horas después del accidente ocurrido el martes, Sánchez dijo a The Associated Press que escuchó muchos gritos y sollozos. Comentó que sólo ocho personas, incluido él, escaparon del autobús mayormente ilesas.
Agregó, solemnemente, que al resto de ellas las sacó la policía y personal de ambulancias; así como a los muertos.
Vern Warnke, jefe de policía del condado Merced, dijo que rescatistas sacaron del autobús “bolsas con partes de cuerpos”, así como sobrevivientes. Señaló que algunas víctimas fueron lanzadas al exterior del vehículo y cayeron en una zanja.
El vehículo, operado por la empresa Autobuses Coordinados USA, iba camino al estado de Washington. Se estaba aproximando al poblado industrial y agrícola de Livingston, con cerca de 13.000 habitantes, donde debía cambiar de conductor.
Al parecer el autobús, que iba retrasado para el cambio de chofer agendado a la 1:30 a.m., salió de la carretera poco antes de las 3:30 a.m. Se encontraba a no más de tres kilómetros (un par de millas) de su escala programada cuando ocurrió el choque.
El accidente partió el autobús desde el frente a la parte posterior y el vehículo se detuvo cuando su primer eje trasero golpeó el poste. Fue cuando Sánchez fue despertado violentamente para percatarse del caos y del sangriento escenario entre gritos de pasajeros atrapados y personas heridas.