Por CÉSAR MEDINA
El vocero del gobierno haitiano, Enrique Marí, ha querido enmendarme la plana mintiendo adrede sobre aspectos que escapan a su control y conocimiento a propósito de la primera reunión sostenida por su presidente, Michel Martelly, y por mi presidente, Danilo Medina.
La verdad es que su Presidente llegó retrasado con 35 minutos a una bilateral que protocolarmente debió ajustarse estrictamente al tiempo pautado, y que sólo la consecuencia, humildad y magnanimidad de mi Presidente evitó que esa reunión se frustrara.
Como también es verdad que como consecuencia del retraso de su Presidente, mi Presidente perdió una reunión bilateral que se había pautado para una hora después con su amiga la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que esperó a Medina por más de media hora en un salón de un hotel contiguo, justamente el retraso del señor Martelly.
Es probable que Marí no lo sepa –ni tiene por qué saberlo– pero esa reunión entre los dos jefes de Estado que comparten nuestra isla la organicé yo. Lo hice con mucha ilusión por diversas razones…
La primera de ellas es por la conciencia plena que siempre he tenido de que los dominicanos estamos obligados a vivir con Haití del otro lado, porque no podemos serruchar la isla… Pero también sé que los haitianos están obligados a soportarnos, quieran o no.
En semejante condición de siameses, lo menos que pudiéramos hacer es establecer una convivencia pacífica y organizada, reciprocarnos apoyo, ayuda y solidaridad en los momentos de dificultad, marchar unidos en procura de un mejor futuro para ambos, asumir una política de buena vecindad… Como debe ser entre gente civilizada.
La otra razón es que el Presidente Medina acababa de asumir el poder– juró el 16 de agosto, y la reunión se celebró el 16 de noviembre, tres meses después–, y aunque ciertamente, como bien dice Marí, Martelly vino al acto de toma de posesión, en aquel momento apenas pudieron intercambiar un saludo protocolar.
La iniciativa para la bilateral aprovechando la coincidencia de ambos en la ciudad de Cádiz en la Cumbre Iberoamericana, fue de la diplomacia haitiana. Y en cuanto el Presidente Medina supo del interés, aceptó gustoso y de muy buen ánimo verse la cara con Martelly por primera vez en un escenario como ese.
La verdad, sólo la verdad
Danilo Medina, como es su costumbre, estaba a tiempo en el pequeño salón del hotel Barrosa Palace, de Cádiz, donde se hospedaba. El encuentro se fijó para las 16:00 horas (4: OO) de la tarde, porque a las 17:00, una hora más tarde, el Presidente dominicana tenía una reunión similar con la Presidenta Rousseff. La mandataria brasileña se quedaba en un hotel contiguo.
A los quince minutos de espera en el salón que tenía de fondo las banderas dominicanas y haitianas entrelazadas, la delegación dominicana recibió la información de que Martelly había sufrido alguna contrariedad con su equipaje en el aeropuerto y que llegaría un poco más tarde… Entró al salón a las 16:36, con más de media hora de retraso.
Antes de que entrara Martelly al salón, el protocolo le hizo saber al Presidente dominicano que de iniciarse la reunión con el mandatario haitiano, el tiempo no alcanzaría para llegar a tiempo a la bilateral con Rousseff…
“Que vaya alguien ñal hotel donde la señora Rousseff ya lo esperabañ, y le explique la razón de mi retraso”, ordenó Medina.
La reunión con Martelly se produjo con aparente normalidad, a pesar de que el jefe de Estado haitiano lucía alterado al parecer por el retraso, se excusó con toda corrección, saludó a cada uno de los acompañantes de Danilo y casi de inmediato sacó del bolsillo interior izquierdo de la chaqueta una ficha con anotaciones sobre los puntos que iba a tratar con su homólogo dominicano.
Es verdad que el protocolo manda que los Presidentes hablan en su idioma en este tipo de encuentro… ¿Pero ni siquiera el típico saludo? Cuando al fin terminó el encuentro, no había ya tiempo para la bilateral con Rousseff. La diplomacia se ocupó de las excusas.
Quejas, quejas, quejas…
Lo que quedó en evidencia en esa reunión fue que el Presidente Martelly estaba desactualizado sobre los problemas fronterizos que se venían confrontando desde hacía meses. La situación comenzó con el secuestro de camiones de matrícula dominicana que cruzaban la frontera cargados de alimentos y materiales de construcción. En algunos casos, incluso, se había secuestrado y golpeado a los conductores de esos vehículos.
Esa situación de tirantez fronteriza– que se agudizan de tiempo en tiempo– había creado problemas colaterales con ciudadanos haitianos agredidos de este lado de la frontera. Pero todos esos casos que le planteó en conjunto Martelly a Medina, habían sido tratados y resueltos por los cancilleres de los dos países reunidos semanas antes en Puerto Príncipe.
Marí, en consecuencia, intentó desmentir cosas que ignoraba… Lo mismo que su Presidente.