Por CÉSAR MEDINA
lobarnechea1@hotmail.com

Pienso mucho en la memoria corta de los dominicanos… Y la proclividad que tenemos a la conclusión prematura para lograr los resultados que queremos en nuestras proyecciones, sobre todo si son políticas.
Por eso los escribidores y “analistas” nos equivocamos tanto y de forma tan continua. Los referentes históricos nos sirven de poco cuando nos proponemos acomodar los hechos al deseo o a la conveniencia.
Y observen por qué lo digo:
Cuando Balaguer salió apostrofado del poder en 1978, nadie le daba ninguna posibilidad de retorno. Ni siquiera sus hermanas y allegados, y menos los periodistas de la época.
Los más jóvenes quizás no lo recuerdan, pero Balaguer abandonó el gobierno “con la sábana por un canto”, ciego, con 82 años, aquejado de una grave flebitis que hasta sus médicos pensaban no superaría.
Mientras el país celebraba en la calle la “fiesta blanca” de Antonio Guzmán, Balaguer se fue a morir a los Estados Unidos… “¡Que buen viento lo guíe…!”, fue lo que dijo la gente.
Después de 12 años gobernando a sangre y fuego, con cientos de presos políticos, veintenas de desterrados, decenas de izquierdistas asesinados, perseguidos, torturados… el balaguerismo estaba acabado.
Eso creyeron los ilusos, los de memoria corta, los que ignoran el vínculo que se crea desde el poder con los más pobres en regímenes paternalistas donde el asistencialismo deviene favores políticos que luego se facturan.
Bastaron ocho años para que Balaguer volviera al poder. Y no lo hizo antes, en las elecciones del ‘82, porque él mismo se ocupó de estropear esa posibilidad cuando le impusieron a Fernando Álvarez Bogaert como candidato a la vice…
Renunció a la candidatura dos meses antes de las elecciones, y hubo que rogarle para que volviera. Cuando lo hizo, faltando dos semanas para los comicios, su candidatura había perdido impulso y Salvador le sacó la cabecita.
Leonel Fernández
A Leonel no le costó mucho volver en 2004 después del gobierno de Hipólito Mejía. Obtuvo más del 57 por ciento de los votos contra 33 por ciento que sacó el Presidente reeleccionista, una diferencia de casi 25 puntos.
Claro, contra las posibilidades de Mejía conspiró la crisis financiera del 2003, la quiebra de los bancos y el aumento descontrolado de la inflación como consecuencia del tipo de cambio que llegó casi al 60 por uno.
Pero ocho años después, en las elecciones de 2012, Hipólito por poco se cuela y logra el milagro que los analistas consideraban imposible: superar una tasa de rechazo que excedía el 50 por ciento del electorado cuando faltaban 20 días para los comicios.
Y todo ello por el imponderable que le adicionó su condición de expresidente de la República. De no haber sido por el esfuerzo unitario del PLD que se lanzó a la calle con todos los recursos del gobierno, el Presidente hoy fuera Mejía.
En tres años
Los números que algunas encuestas asignan a los posibles aspirantes presidenciales del ’16 no pueden ser tomados en consideración para proyectar un escenario electoral con los tres principales partidos del sistema.
Cuando faltaban tres años para las elecciones del 20 de mayo pasado, Hipólito Mejía aparecía en las encuestas con un 4 por ciento de simpatía electoral y Danilo Medina ni siquiera llegaba al 15 por ciento. Al final casi el 98 por ciento del electorado votó por ellos dos.
Es muy temprano para hacer vaticinios. En tres años cambian muchas cosas…Por ejemplo, Danilo Medina aparece en Gallup con 25 por ciento de aceptación, sin haber sido medido. Pero Danilo no será candidato porque la reelección está proscrita en la Constitución.
Leonel Fernández aparece con un 11.3 por ciento… Abinader tiene en esa misma encuesta 15.2 por ciento sobre Leonel; nueve puntos más que Hipólito y seis sobre Miguel… ¿Alguien en sano juicio lo cree?
Eso a mí me recuerda a Calderón de la Barca:
“¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción. Y el mayor bien es pequeño que toda la vida es sueño… y los sueños, sueños son”.