Donald Trump asumió el miércoles su condición de ganador de las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
El empresario, debutante en política, se convertirá en el 45to presidente de Estados Unidos tras una sorpresiva victoria luego de capitalizar las preocupaciones económicas de los votantes, aprovechar las tensiones raciales y superar una serie de acusaciones de abuso sexual en su camino a la Casa Blanca.
El triunfo del republicano sobre Hillary Clinton, que no se anunció hasta bien pasada la medianoche, pondrá fin a ocho años de dominio demócrata en la Casa Blanca.
Gobernará con un Congreso controlado por los republicanos y liderará un país dividido por su enconada campaña contra la demócrata.
Además enfrenta fracturas en su formación, dado el elevado número de responsables que o bien respaldaron su nominación con tibieza o nunca llegaron a hacerlo.
En su discurso de victoria, Trump instó a los estadounidenses a “unirse como un único pueblo” tras una campaña profundamente divisiva.
Clinton, que aspiraba a convertirse en la primera mujer presidenta del país, telefoneó a su rival para reconocer su derrota pero no tiene pensado comparecer en público hasta el miércoles por la mañana.
Trump, que pasó buena parte de la campaña animando a sus seguidores cuando coreaban “Enciérrenla”, dijo que la nación tenía con ella una “una gran deuda de gratitud” por sus años de servicio público.
Trump arrasó en territorios considerados feudos demócratas desde hace años, ganando Pennsylvania y Wisconsin, estados que no elegían a un candidato presidencial republicano desde la décadas de 1980.
Necesitaba ganar casi todos los estados en disputa, como ocurrió, imponiéndose en Florida, Ohio, North Carolina y otros.
Los mercados internacionales y el mercado de futuros de Estados Unidos se desplomaron reflejando las preocupaciones de los inversionistas de lo que podría significar la presidencia del magnate para la economía y el comercio mundial.
Empresario de bienes raíces neoyorquino que vive en un lujoso ático en Manhattan, Trump forjó una sorprendente conexión con estadounidenses blancos de clase obrera que sienten haberse quedado atrás en un país con una economía cambiante y cada vez más diversificado.
Presentó la migración, tanto la procedente de Latinoamérica como de Oriente Medio, como la raíz de muchos de los problemas que afectan al país y canalizó el temor al terrorismo dentro y fuera del país.
Los temores
WASHINGTON. AP.- La promesa de Trump de erigir un muro en la frontera con México, obligar al vecino al sur a pagar por él y tratar la inmigración no autorizada con puño de hierro es su principal promesa, la que ha resonado hasta el techo en innumerables ocasiones.
Aunque buena parte de su programa será difícil de ejecutar, no tendrá la excusa de muchos presidentes que han incumplido sus promesas: la de un Congreso controlado por la oposición.
Trump asume con un gobierno unificado, ya que los republicanos controlan las dos cámaras.
Una paradoja de la campaña es la falta de claridad sobre las intenciones de Trump respecto de un asunto que lo definió desde el punto de partida. Promete detener el ingreso de refugiados sirios a Estados Unidos y de alguna manera ayudarles en el extranjero.
Jura deportar a las personas condenadas por crímenes graves y que se encuentran sin autorización en Estados Unidos. Y está ese muro, que los mexicanos insisten que no pagarán.
Pero la suerte de millones de personas sin autorización en el país es una zona gris: promete no deportarlas, pero no dice que les otorgará un estatus legal.
Prohibiría la inmigración de personas de regiones propensas al extremismo, pero no está claro cómo las define.
Trump ha dicho que no aprobará alianzas ni coaliciones a menos que produzcan beneficios.