Washington (Estados Unidos).- La canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez, compareció este jueves por iniciativa propia en la Organización de Estados Americanos (OEA) para impedir que el secretario general, Luis Almagro, aplique la Carta Democrática a su país.
Una semana después de que Almagro anunciara que estudia esa posibilidad, Venezuela envió a su canciller a una sesión extraordinaria del Consejo Permanente solicitada para presentar “la verdad” de la situación de la nación y alertar al resto de Estados miembros “de las amenazas” de la secretaría general.
Rodríguez, sentada junto a Almagro, le acusó de ejecutar “bajas maniobras” para contribuir a una “campaña internacional” promovida por Estados Unidos con el objetivo de llevar a cabo una intervención en Venezuela.
“Queremos denunciar que el secretario general de esta organización, que ni vale la pena nombrarlo porque da igual cómo se llame, sigue jugando un rol de no imparcialidad cuando se trata de Venezuela y ha conjugado la agenda de la secretaría con factores opositores de Venezuela y de las instrucciones que recibe de Estados Unidos”, afirmó la canciller.
Además, sostuvo que Almagro respalda “cada paso” de la oposición venezolana, pretende “pasar por encima de los Estados miembros” y “se excede en sus funciones” como secretario general.
El excanciller uruguayo, que el 26 de mayo cumplirá un año al frente de la OEA, no replicó a Rodríguez ni dentro ni fuera de la sala porque, según justificó su portavoz, aún estudia los informes que le entregó la semana pasada la oposición venezolana para decidir si aplica o no la Carta Democrática a ese país.
A esa documentación añadirá ahora la presentación que hizo hoy la canciller, en la que dejó rotundamente claro que Venezuela “no está bajo examinación de nadie ni lo estará”.
Con este paso adelante Venezuela logró hoy no solo dejar claro que no aceptará ninguna evaluación internacional sobre la situación del país sino también exhibir músculo político con los férreos apoyos que aún mantiene en el continente.
De los países que intervinieron, solo Estados Unidos fue crítico con Venezuela, mientras que Bolivia, Nicaragua, Antigua y Barbuda, El Salvador y Dominica defendieron una vez más sin ambages al Gobierno de Caracas.
Horas antes de la celebración del Consejo, la secretaría general de la OEA publicó un informe jurídico sobre el funcionamiento de la Carta Democrática en el que se recuerda que el artículo 20 contempla la posibilidad de aplicarla sin la solicitud ni el consentimiento de un Estado miembro.
Esa potestad, que nunca antes se ha ejercido, la tendría el secretario general o cualquier Estado miembro que considere que en uno de los países de la OEA existe una “alteración del orden constitucional que afecte gravemente su orden democrático”.
Este artículo permite a Almagro o a cualquier Estado miembro convocar un Consejo Permanente para someter a consideración de los 34 embajadores si existe esa “alteración”.
En ese Consejo, se necesitan 18 votos para iniciar gestiones diplomáticas sobre la crisis en cuestión y, de no prosperar estas, volvería a haber otra votación donde son necesarios dos tercios de los votos para convocar una Asamblea General extraordinaria.
En esa Asamblea, donde se reúnen los 34 cancilleres, son necesarios de nuevo dos tercios de los votos para ejecutar la última consecuencia de la Carta, la expulsión del Estado de la organización, algo que solo ocurrió tras el golpe de Estado de Honduras de 2009.
Conscientes de que ese escenario es improbable dada la actual aritmética política regional, la oposición venezolana se limitó la semana pasada a pedirle a Almagro que fuerce ese debate en la OEA.
Pero Venezuela se adelantó, hoy se debatió sobre el país en la OEA a propuesta suya y quedó claro que, por el momento, ningún país, salvo Estados Unidos, está dispuesto a secundar a Almagro en sus críticas abiertas al Gobierno venezolano.
Ni siquiera la Argentina de Mauricio Macri, que generó expectativas de una posición fuerte sobre Venezuela, parece querer enfrentarse abiertamente al Gobierno de Nicolás Maduro.
En un gesto inusual, su canciller, Susana Malcorra, compareció hoy en el Consejo para ofrecerse a trabajar por que la OEA y otras alianzas regionales, como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), medien con el objetivo de “aliviar las tensiones que, objetivamente, vive Venezuela” y buscar “una salida a la difícil situación del pueblo venezolano”.
Sin embargo, consideró “apresurada” la discusión sobre aplicar la Carta Democrática y denunció que se “quita valor a posibilidades” como ese instrumento cuando se usan “en el momento inadecuado en lugar de hacer el esfuerzo de trabajar”.
En este contexto, está por ver si Almagro da el paso al frente de aplicar la Carta incluso sin tener seguros los 18 apoyos que necesita para que su iniciativa tenga más recorrido que un debate similar al de hoy y una derrota política en el Consejo Permanente.