El gobierno venezolano dio tres días de receso para el sector público la próxima semana debido a las dificultades que enfrentan el sistema eléctrico y el servicio de agua potable.
El presidente Nicolás Maduro decretó como no laborables el 26, 27, y 28 de marzo para los empleados públicos, anunció el jueves el vicepresidente Tareck El Aissami en su cuenta de Twitter.
La medida coincide con la Semana Santa en la que el 29 y 30 de marzo son feriados nacionales.
Durante la crisis eléctrica de 2016 Maduro aprobó una medida similar que fue criticada por analistas y opositores que expresaron que el receso laboral representaba muy poco ahorro eléctrico y afectaba la productividad del país.
El Aissami indicó que la decisión se tomó debido a las limitaciones que enfrentan algunas cuencas hidrográficas que han generado “inestabilidad del sistema eléctrico nacional así como el servicio de agua potable”.
“Está medida preventiva favorecerá el ahorro energético, y con ello, contribuirá a la recuperación y preservación de los niveles de nuestros principales embalses”, precisó el vicepresidente.
La decisión llegó un día después de que el gobierno impusiera un plan de racionamiento eléctrico en seis de los 24 estados del país por la sequía que afecta a los embalses que alimentan algunas centrales hidroeléctricas.
En los estados occidentales de Barinas, Táchira, Mérida, Portuguesa, Trujillo y Apure comenzaron a aplicarse desde la víspera cortes diarios programados de hasta seis horas.
Desde hace varios meses en Caracas y varios estados se han reportado recurrentes apagones.
El gobierno sostiene que las deficiencias en la generación eléctrica se deben a la sequía que golpea algunas regiones del país, pero analistas señalan que la crisis es consecuencia del deterioro de las instalaciones generado por la falta de mantenimiento.
Venezuela enfrenta las fallas en el servicio eléctrico en medio de una profunda crisis económica con una hiperinflación, una severa escasez de alimentos, medicinas y otros bienes y una fuerte recesión.
En 2016 Venezuela padeció una crisis eléctrica debido a una fuerte sequía que sufrió la represa suroriental del Guri, que alimenta el mayor complejo hidroeléctrico del país y que suple cerca de 60% del consumo nacional. Ese año el gobierno de Maduro impuso un plan de racionamiento en los centros comerciales, redujo las horas de trabajo en la administración pública y las escuelas, aplicó cortes eléctricos programados de varias horas en 19 de los 24 estados del país y decretó como no laborable la Semana Santa.