Rita C. Hernández Peña.
Es interesante ver cómo mientras pasa el tiempo, crecen los niños, mueren los abuelos, cambian los gobiernos y todo alrededor de nuestro entorno también va cambiando. Refiriéndome con esto a la exagerada metamorfosis que ha sufrido la sociedad, no tan solo en estructura, sino también en comportamientos, actitudes y situaciones, que afectan de manera directa e indirecta a las actuales y futuras generaciones.
Es normal que la sociedad cambie con el curso del tiempo, naturalmente este es el sentido de la vida. Sin embargo es alarmante sentarse y hacer un análisis de cómo eran las cosas hace 20 años y como son hoy en día.
Haciendo alusión en primer lugar al caso ponderado de La pérdida de los valores que enfrentamos a nivel mundial. Dígase principalmente; el valor por la Familia, el valor por los demás, el valor por el medio ambiente, los valores de la honestidad, responsabilidad, el trabajo y un sin número de estos que no vamos mencionar por asuntos de espacio y tiempo. Pero más que todos y sin restar importancia a los anteriores, me gustaría hacer hincapié en uno de los valores que más se ha perdido en nuestra actual sociedad y que moral y espiritualmente sería el más importante; “El valor por la Vida”.
Desde hace muchos años se ha visto el inicio de esta aterradora historia. Si hacemos un recorrido en el tiempo y volvemos atrás, nos encontraríamos con algunos promotores de este mal que hoy nos afecta grandemente. Dentro de estos cabe destacar; el reconocido político dictador de régimen totalitario del siglo XX, Adolf Hitler, causante de la muerte de entre 55 y 60 millones de personas en Alemania.
Del otro del planeta encontraríamos al Tirano Dominicano, Rafael Leónidas Trujillo, bien conocido como “El Jefe” quien junto a su gobierno fue responsable de la muerte de más de 50.000 personas, incluyendo entre 20.000 y 30.000 en la tristemente célebre Masacre del Perejil. Considerándose esta Era, una de las más sangrientas del siglo XX.
Retrocediendo un poco más estaría; Julio César, Sebastián Ágreda, Augusto Pinochet Ugarte, Saddam Husein y muchos otros merecedores de esta categoría.
Todos estos fueron promotores y causantes del hoy muy perdido “Valor por la vida”. Sin embargo, no solo las grandes masacres de aquellos tiempos, se consideran como desvalor, sino también los casos singulares que vemos hoy más que nunca creciendo en las sociedades con tanto vigor, como son los famosos casos de abusos de poder, abusos intrafamiliares, abusos de género y una gran variedad de este tipo de sucesos. Por otro lado está el gran aumento en la tasa de suicidios que ha surgido en los últimos años. Y por último es imposible dejar desapercibido el visible incremento en las cifras de feminicidios y asesinatos a la ligera que se reflejan diariamente en los medios de comunicación.
La muestra de deserción que han tenido las universidades, escuelas, centros de capacitación, agrupaciones religiosas y otras entidades sociales, son testigos vivos de estas incalculables pérdidas de valores.
Es por esto que hoy es necesario que cada uno de nosotros hagamos una pausa en nuestros quehaceres diarios, y pongamos atención a este mal en crecimiento que presenta nuestra sociedad. Ya que sería imperdonable que sigamos como chivos sin ley, y nuestros hijos y futuras generaciones tengan que vivir bajo unos valores totalmente perdidos.
A menos que queramos formar parte de esa anterior lista de seres humanos promotores, inconscientes e impunes, debemos de asumir responsabilidades morales y cumplir roles particulares, que se consiguen con el aporte y la conciencia de todos y cada uno de los que estamos vivos.
¿Vas tú a hacer algo?…