Observando ayer la sesión que se celebró en la Cámara de Diputados, y ver, con la prisa que se leían y se aprobaban los textos de los artículos de la nueva Ley de Partidos, Movimientos y Agrupaciones Políticas -la cual tenía más de 15 años en el Congreso Nacional engavetada adrede por los legisladores oficialistas, quienes son los dueños del actual Congreso Nacional-, confieso que me quedé casi casi sin ningún aliento.
No podía yo darle crédito a lo que estaba contemplando. Ver cómo la voluntad omnímoda del erigido en nuevo Soberano, el presidente Danilo Medina, se imponía a todo un burlado pueblo dominicano con el concurso abierto y bien remunerado de unos diputados coludidos con el gobierno de turno.
Comprobar el maridaje entre diputados del PLD, -en su mayoría de la tendencia del presidente Medina -, junto a los del PRM y el Partido Reformista, me condujo a una profunda reflexión sobre el porvenir inmediato de la República Dominicana.