En la antigüedad se intuía el efecto medicinal de consumir fruta y verdura fresca, pero no fue hasta hace ahora 85 años que se descubrió qué es y cómo funciona la vitamina C, gracias al médico húngaro Albert Szent-Györgyi, que en 1937 ganó el Nobel de Medicina por este hallazgo.
Szent-Györgyi (1893-1986) aisló e identificó la vitamina C, dando así una explicación científica a lo que sabían los marineros desde la Edad Moderna: que el consumo de cítricos o de col fermentada ayuda contra el escorbuto.
Desde las primeras décadas del siglo XX muchos investigadores en los grandes centros científicos de todo el mundo centraron su interés en las vitaminas.
Aunque está presente en muchos alimentos, la extracción de la vitamina C era aún muy difícil en esa época por falta de tecnología.
Szent-Györgyi, que tras la Primera Guerra Mundial trabajó en varios centros científicos de Europa, obtuvo en 1927 un único gramo de esa misteriosa sustancia, extraída de la corteza suprarrenal (el órgano que regula el metabolismo) de diferentes animales.
Esa cantidad no era suficiente para poder describir la estructura de lo que más tarde denominó como “ácido hexurónico” (más conocido hoy día como ácido ascórbico o vitamina C).
El salto adelante en la investigación llegó durante un viaje a Estados Unidos, cuando consiguió extraer 35 gramos, gracias a que vivía cerca de una carnicería que le proporcionó suficiente corteza suprarrenal.
Como muchos otros grandes descubrimientos científicos, en el camino hacia la identificación de la vitamina C se combinaron la perseverancia del investigador con la suerte y lo anecdótico.
Una noche de otoño de 1932, un episodio doméstico cambió las investigaciones sobre la vitamina C, cuando la esposa de Szent-Györgyi preparó una cena con pimientos, cuyo sabor detestaba el científico.
“Szent-Györgyi escondió el pimiento en su bolsillo para no ofender a su mujer y bajó al laboratorio, donde empezó a analizarlo. Pocas horas después, sabía que este fruto es uno de los más ricos en ácido ascórbico”, relata a Efe István Hannus, profesor emérito de Química Aplicada y Ambiental en la Universidad de Szeged.
El propio Szent-Györgyi comentó el caso más tarde diciendo que “la cobardía de un marido se convirtió en un descubrimiento científico de importancia”.
Poco después, el científico húngaro y sus alumnos de la Universidad de Szeged, contaban ya con varios kilos de la vitamina, extraídos de los pimientos.
El alto contenido de vitamina C de esta hortaliza, un producto típico del sur de Hungría, tuvo también efectos económicos.
Una vez anunciadas sus propiedades medicinales, las exportaciones de pimientos se dispararon, recuerda Hannus.
Como en muchos casos de investigaciones paralelas, en 1932 se desató una discusión sobre quién fue el primero en publicar el descubrimiento, Szent-Görygi o el estadounidense Charles Glen King.
Sin embargo, el comité del Premio Nobel reconoció la primacía del húngaro y le otorgó en 1937 el premio de Medicina.
En lo que fue su laboratorio, en la escuela secundaria “Déri Miksa”, se encuentra hoy el Museo Szent-Györgyi, donde se conserva una grabación de una entrevista que hicieron al científico después de haber recibido el galardón.
En 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, el convencido antifascista participó en Estambul en negociaciones secretas para romper la alianza de Hungría con la Alemania nazi, lo que le valió una orden de arresto por parte de las autoridades alemanas.
“Szent-Györgyi siempre estuvo muy orgulloso de que Hitler haya querido detenerle”, asegura Hannus.
El científico acabó refugiándose en la Embajada sueca y tras el conflicto apoyó a la Unión Soviética, hasta que en 1947, decepcionado por el régimen comunista, decidió abandonar Hungría.
Szent-Györgyi se instaló en los Estados Unidos, donde se dedicó a investigaciones sobre el funcionamiento de los músculos y sobre el cáncer, hasta su muerte el 22 de octubre de 1986.