Un refugio cavado en una pared natural de piedra, en el patio de su vivienda, es la salvación de una familia de Baracoa, Guantánamo, ante los huracanes.
“Lo hice hace dos años, por lo que cuando pasó el huracán Matthew ya tenía unos seis meses y lo utilizaba como ahora, para guardar tarecos”, relata el padre de familia. “Me dio bastante trabajo porque esa loma es de laja y esa roca sí que es dura. Los instrumentos que usé fueron cinceles, un pico, una barreta y una pala”.
El huracán Matthew devastó Baracoa y otros municipios de Guantánamo en octubre de 2016. En la zona aún hay una fuerte presencia de las autoridades, que intentan atajar cualquier manifestación de descontento. Por miedo a represalias, los miembros de la familia prefieren no revelar su identidad.
“Vivimos aquí en el Toa y esto todos los días está lleno de gente del Gobierno, sin contar que hicieron un punto de control (policial) antes de cruzar el puente”, justifica la esposa, de 39 años de edad.
El refugio que construyeron mide aproximadamente tres metros de largo, uno de ancho y dos de alto. Se encuentra en la parte alta de una pendiente, lo que asegura que no lo afecten las inundaciones.
“Cuando anunciaron que el huracán Matthew entraba por esta zona y que venía bien fuerte, limpié el refugio, le puse unas tejas dentro para que el agua que filtra ruede por las paredes, metí la comida en el fondo y una cama personal, y ahí la pasamos de lo mejor”, cuenta el hombre.
Su esposa dice que la idea inicial de hacer una cueva surgió después de haber construido una cisterna para almacenar agua.
“Aunque dio dolores de cabeza, fue posible terminarla. Luego se le ocurrió a mi marido, que vive inventando y actualmente se busca la vida con sus innovaciones, hacer un almacén. Da la casualidad que pasó el huracán y ya lo teníamos, así lo pudimos usar para refugiarnos”.
A la pregunta de que si accedería a cavar otro refugio, pero esta vez como trabajo remunerado, este ingenioso hombre responde que “ni por un saco de dinero” se mete de nuevo “en esa candela”.
“Me dije que si podía hacer una cisterna también podía hacer ese refugio, pero realmente lo que me mantuvo inspirado fue mi empeño en mantenernos a salvo mi mujer y a mí si algún día pasaba lo peor, que pasó. Cuando salimos del refugio después del paso de Matthew, no se sabía si estábamos en Baracoa o en la selva amazónica”.