Aunque su uso recibe muchas críticas por parte de distintos sectores, su existencia es vital frente al ataque de las plagas
En una cosecha agrícola, la aplicación de insumos, como son los insecticidas, fungicidas, herbicidas y abonos, viene siendo la garantía de la inversión. Pero a menudo contar con esa garantía acarrea un alto costo económico.
Por ejemplo, dentro del costo general de una cosecha de arroz la preparación de suelo y la recolección representa cerca del 20%, los fungicidas alrededor del 7%, insecticidas un 8%, abono un 20%, herbicidas entre un 8% y un 10% y semillas un 4%. La mano de obra representa cerca del 15% y algunos imprevistos que pueden surgir en el camino otro 15%.
Esto último (los imprevistos) aplica, por ejemplo, para cuando hay que usar gasoil en el funcionamiento y operación de bombas para irrigar los terrenos en lugares que carecen de fuentes directas de agua. Quiere decir que en el caso del arroz, entre el 48 y el 50% del costo llega por vía del uso de productos químicos. Aunque se parte de un costo global de referencia para producir, ese costo puede variar un poco en función de la región donde ejerce la actividad agrícola, y partiendo de elementos como el tipo de terreno y otros puntos. Por ejemplo, mientras en el Cibao Central el costo del abono representa entre un 18 y un 20% en una cosecha arrocera, en la Línea Noroeste puede representar cerca del 25%, porque en esa parte del país se usa mucho más abono.
En los campos agrícolas, específicamente en el caso del arroz, seis o siete días después de colocarse la semilla en el suelo comienzan a llegar plagas diversas como la sogata y otros. Eso indica que antes de los diez días –luego de que la siembra se ha hecho- debe realizarse una aplicación de insecticida en ella.
Cuando se habla de plagas se hace referencia a insectos, hongos, bacterias, virus y malezas. Sin las sustancias químicas o sin las moléculas sería muy difícil poder lograr niveles de producción que permitan rentabilidad, una parte vital, si se toma en cuenta que el productor no puede darse el lujo de invertir y gastar tiempo y al final salir perdiendo.
Cuando el arroz tiene entre 25 y 30 días de sembrado -y luego de las dos aplicaciones de fertilizantes que se le han realizado- suele poseer muchos tejidos verdes, pero le llega el ataque de otros tipos de plagas; en este caso unos gusanos que le comen las hojas. En esa etapa, de acuerdo con recomendaciones del productor y dirigente arrocero Oliverio Espaillat Bencosme, debe aplicarse de nuevo el insecticida. “Son productos que controlan inmediatamente”, dice Espaillat.
En el renglón de productos químicos hay unos que son de contacto y otros que son sistémicos. Cuando se habla de sistémicos, significa que esos insumos penetran a la planta, sin afectarla.
Cuando el arroz tiene alrededor de 50 días, ya se ha fertilizado por tercera vez, pero hay que estar atento, porque en esa etapa pueden llegar otros ataques de insectos. Luego hay que estar pendiente cuando está en formación de la espiga o preñado y también antes de salir la espiga (antes de desembuchar) porque siempre las plagas están al acecho.
Cuando finalmente sale la espiga suelen llegar plagas chupadoras, como el hiede vivo, que absorbe la savia del grano, cuando está jugoso. En el ciclo de cultivo los insecticidas se aplican de cuatro a cinco veces.
Los fungicidas son los que controlan la gama de hongos al arroz y a otros cultivos en su ciclo. Ese tránsito de los hongos debe comenzar a controlarse cuando el arroz tiene de sembrado entre 35 y 40 días. En el caso de otros rubros los momentos de aplicación son un tanto distintos. Cuando el arroz va al inicio de la preñez se requiere tener un gran control para que forme su espiga libre de hongos y de otras amenazas. “Si al momento de salir la espiga en el arroz no hay un control efectivo de los hongos éstos terminan afectando el grano de ese cereal, vaneándolo e impidiéndole llenarse bien”, indica Espaillat Bencosme.
Las aplicaciones a las que se hace referencia en este artículo es posible que sean válidas para algunos otros cultivos, sin embargo, cada producto tiene su propia naturaleza y a cada uno de ellos hay una o varias plagas que les pueden atacar. Por ejemplo, al maíz lo ataca el gusano cogollero y no lo atacan tanto los hongos. El gusano cogollero es una larva de color café verdosa con franjas laterales longitudinales oscuras. Consume el follaje y posteriormente se dirige al cogollo. Permanece oculta dentro del cogollo, mientras se alimenta.
Mirando las musáceas
En el caso de los plátanos, los atacan más los hongos y lo propio ocurre en el banano. Una de las enfermedades en las musáceas (familia a la que pertenecen los plátanos y bananos) es la Sigatoka, causada por el hongo Mycosphaerella fijiensis Morelet. Este hongo ataca las hojas y provoca pérdidas de más de 50% en el rendimiento, de acuerdo con informaciones de conocedores del tema.
A las cosechas de yuca las atacan los insectos y los hongos, pero más los insectos. De acuerdo con varios dirigentes agrícolas consultados por elCaribe, los laboratorios que elaboran y comercializan los insecticidas, fungicidas y herbicidas trabajan cada día para elaborar productos más amigables al ambiente y menos nocivos para el producto y el humano. La opinión de éstos entra en contradicción con otros sectores que con frecuencia critican el daño a la naturaleza y a los propios humanos, vía los alimentos consumidos.
“Esa es la tarea de los laboratorios que producen los químicos… hacerlos cada día más amigables. Y así está ocurriendo”, indica Oliverio Espaillat. Agrega que en los envases se especifica los días en los que deben hacerse las aplicaciones, con anterioridad a la recolección de los frutos y otras advertencias. Las sustancias químicas traen una referencia sobre algunas cuestiones generales a tomar en cuenta al momento de aplicarlas. Algunos de esos químicos se repiten en la aplicación varias veces en la cosecha, pero hay que tener cuidado de que las plagas no se hagan resistentes a ellos.
¿Y si llueve?
A menudo, en las zonas agrícolas los campesinos tienen cautela por si llueve cuando aplican una sustancia porque eso puede dejarla sin efecto. Oliverio Espaillat sugiere que es importante que haya por lo menos una hora de sol luego de las aplicaciones, porque si ocurre antes la planta lo que hace es lavarse y el efecto esperado no llega. “Por eso, cuando son áreas grandes es importante fumigar con avión, porque el avión le resuelve el problema en 15 o 20 minutos y en algunos casos una hora o poco más, en función del tamaño de la propiedad.
Varias casas de tradición en esa actividad en la RD
En el país dos de las principales empresas que manejan el mercado de abonos son Ferquido y Fersan; también comercializan pesticidas, herbicidas e insecticidas. Han ido surgiendo otros negocios como JCM Agrícola, fundada en 2003 por un grupo de profesionales. Otras de las empresas son: Agroluz, Bioagro y algunas más pequeñas. En el mercado hay disponibles pesticidas orgánicos biológicos para control de gusanos, larvas y otros. Existen para control de trips en los plátanos. Se puede encontrar -además- abono orgánico a base de sulfato y unos que sirven como enmienda orgánica. Algunos abonos orgánicos se logran a través de la materia fecal de las lombrices, las cuales son alimentadas con desperdicios de berenjena, repollo y frutas, entre otros, así como con estiércol de animales.