Sumando a la racha de mala prensa en los últimos días, el aspirante presidencial republicano, Donald Trump, sugirió este martes que los activistas pro-armas pudieran actuar contra su rival demócrata, Hillary Clinton, pero momentos después su campaña intentó controlar los daños.
Durante un acto electoral en Wilmington (Carolina del Norte), un estado clave en la contienda, Trump reiteró su conocida advertencia de que, si gana Clinton en noviembre, ésta eliminaría la Segunda Enmienda de la Constitución, que consagra el derecho a la tenencia de armas en EEUU.
“Hillary quiere abolir, esencialmente abolir la Segunda Enmienda” y si gana designaría jueces al Tribunal Supremo sin que nadie la frene, dijo Trump.
“Aunque, para la gente (que defiende) la Segunda Enmienda, quizá haya algo, no sé. Pero les digo, ese será un día horrible”, argumentó.
Sus declaraciones poco claras de inmediato, fueron interpretadas por líderes demócratas del Congreso como una invitación a cometer un acto de violencia de Clinton, incluyendo su posible asesinato.
El senador demócrata por Connecticut, Chris Murphy, que promueve un mayor control de las armas desde la matanza en la escuela Sandy Hook en New Haven, mandó un mensaje directo a Trump, advirtiéndole que sus palabras son detestables y vergonzosas, y que el asunto de las armas “no es un juego”.
“Gente inestable con armas poderosas y un odio desenfrenado hacia Hillary lo están escuchando a usted”, dijo Murphy.
Por su parte, el gerente de la campaña de Clinton, Robby Mook, dijo en un correo electrónico que lo que acababa de decir Trump “es peligroso” y ninguna persona que se postule a la presidencia debe sugerir violencia de ningún tipo.
Clinton ha negado que quiera anular la Segunda Enmienda pero apoya un mayor control de la venta de armas, algo a lo que se oponen influyentes grupos como la Asociación Nacional del Rifle, y líderes conservadores afines.
En declaraciones a este diario, Nathan Lerner, director ejecutivo de la “Coalición Demócrata contra Trump”, dijo que su grupo ha contactado a la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) para que investigue las declaraciones del magnate inmobiliario y tome las debidas medidas.
Según la Coalición, Trump debería ser arrestado por su aparente intento de incitar a la violencia.
Los comentarios de Trump, en el marcado de una reñida contienda presidencial, son lo más cercano a un llamado al magnicidio, considerado un delito grave, según observadores.
Ante la reacción generada, el “equipo de respuesta rápida” de la campaña de Trump matizó que el empresario neoyorquino solo se refería a la “tremenda” unión de los defensores de la Segunda Enmienda.
Jason Miller, portavoz de la campaña, dijo que esos activistas “tienen un espíritu asombroso y están tremendamente unidos, lo que les da gran poder político”.
“Este año, estarán votando en cifras récord, y no será por Hillary Clinton, será por Donald Trump”, insistió Miller en una declaración distribuida por el equipo.
A lo largo de la contienda, Trump se ha caracterizado por meteduras de pata que posteriormente intenta minimizar argumentando que se trataba de una broma o que fue mal interpretado.
En los últimos días, Trump ha afrontado una caída en las encuestas y la continua deserción de líderes republicanos que, alarmados por su retórica, han dicho que no votarán por él el próximo 8 de noviembre.