El presidente de EEUU, Donald Trump, no pudo dejar atrás la polémica en su viaje a Puerto Rico, donde fue testigo de la devastación causada el pasado septiembre por el huracán María, al que el mandatario restó importancia por el bajo número de víctimas y por no tratarse de “una catástrofe real”.”Si miras una catástrofe real como el Katrina (…), cientos y cientos y cientos de personas que murieron, y miras lo que ha pasado aquí, con una tormenta que realmente fue abrumadora”, declaró Trump a su llegada a la base aérea Luis Muñiz, de la Guardia Nacional, en referencia al ciclón que azotó Nueva Orleans en 2005 y que dejó más de 1.800 muertos.
Las constantes salidas de tono del presidente, tanto en ruedas de prensa como en su cuenta personal de Twitter, tampoco ayudaron a calmar el ambiente, pese a que tuvo el gesto de alabar el trabajo del gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, por valorar “desde el principio” lo hecho por el Gobierno federal. De todos modos, durante su encuentro con algunos damnificados por el huracán se dedicó a tirarles rollos de papel, lo que ha sido criticado por los medios de comunicación estadounidenses.
El multimillonario, cuya visita a la isla duró apenas unas horas, se acercó al municipio de Guaynabo, próximo a San Juan, que fue uno de los más afectados por la tormenta y que, al igual que gran parte de la isla, ha sufrido grandes restricciones desde que el ciclón tocó tierra en Puerto Rico el pasado 20 de septiembre. En compañía de Rosselló y de la Comisionada Residente de la isla (representante de Puerto Rico en el Congreso de EEUU), Jenniffer González, Trump aprovechó el paseo por el municipio para hablar con algunos de los residentes de Guaynabo a los que prometió ayuda y a los que dejó caer que “el hormigón aguanta, pero la madera, no”.
Pese a que el asunto de la ayuda del Gobierno federal tampoco ha estado exento de controversia estos últimos días, Trump no quiso rehuir el tema y volvió a insistir en el elevado coste que el paso del huracán va a suponer a las arcas de Washington. “Odio decíroslo, Puerto Rico, pero están haciendo que se vea desfasado nuestro presupuesto. Gastamos un montón de dinero en Puerto Rico y eso está bien, hemos salvado muchas vidas”, afirmó con cierta sorna el presidente.
Este comentario ha tenido este miércoles su réplica por parte del líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, quien en un comunicado ha instado al presidente a que “pare de culpar a Puerto Rico”, y que se arremangue la camisa “para encauzar las labores de recuperación”, tal y como es su obligación. El debate sobre el elevado coste que va a suponer el paso del huracán María por Puerto Rico viene coleando desde la semana pasada, cuando Trump acusó a las autoridades locales de ser en parte responsables de la situación de la isla por sus “miles de millones de dólares de deuda con Wall Street”.
La alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, contestó entonces al multimillonario que “cuando alguien está urgentemente necesitado, cuando alguien está en una situación de vida o muerte, el imperativo moral es abordar esa situación antes de abordar cualquier otro asunto”. Trump, lejos de intentar calmar la situación, utilizó este sábado su principal forma de comunicación, su cuenta personal de Twitter, para seguir echando leña al fuego criticando a la alcaldesa y afirmando que los puertorriqueños “quieren que se les haga todo cuando debería ser un esfuerzo de la comunidad”.
El presidente tuvo ocasión de saludar personalmente a Yulín Cruz, quien, según comentó a la cadena CNN, le dijo al mandatario que “esto va de salvar vidas, no de política”. Sin embargo, no son sólo los isleños los que consideran que la actuación del Gobierno federal ha sido deficiente, sino que también han sido varios los congresistas estadounidenses que han acusado a Trump en los últimos días de no dar la suficiente importancia a la situación y haber actuado con lentitud en Puerto Rico.
La situación de tensión llegó a tal punto que cuando este pasado lunes el presidente anunció que este miércoles se acercaría a Las Vegas para mostrar su apoyo a la ciudad tras el tiroteo en el que fallecieron 59 personas, se corrió el rumor de que el presidente podría llegar a cancelar su viaje a Puerto Rico. Antes de abandonar la isla, el presidente aprovechó para conversar con el gobernador de las Islas Vírgenes estadounidenses, Kenneth Mapp, al que agradeció su “compromiso”, que ha permitido empezar a reabrir las escuelas y comenzar a recibir cruceros de nuevo tras el azote del huracán María.