Nos llegan buenas noticias desde la Antártida. La capa de ozono, la principal barrera frente a los rayos ultravioleta del Sol, comienza a recuperarse. Tras décadas de debilitamiento, el agujero antártico se ha reducido 4 millones de kilómetros cuadrados desde el año 2000. Es decir, ocho veces la superficie de España.
A principios de siglo la capa de ozono alcanzó su superficie máxima con 25 millones de km2. Casi una década después de que entrara en vigor el Protocolo de Montreal, el mayor esfuerzo internacional por salvar la capa de ozono, la tendencia se ha invertido.
Un esfuerzo internacional que ve ahora su recompensa
La capa de ozono es una capa de gas que filtra las ondas que llegan del sol protegiendo a la superficie de la tierra de buena parte de los rayos ultravioleta que nos envía el sol. En 1985 se descubrió que la capa estaba desapareciendo y estaba formando una agujero sobre la Antártida.

Ahora los científicos no solo han podido comprobar el empequeñecimiento del agujero, sino que han confirmado que la mejoría se debe a la prohibición de los clorofluorocarbonos (CFCs) que se acordó en Montreal en el año 1987. Los CFCs, que hasta hace pocos años se encontraban en aerosoles, refrigerantes y productos de limpieza en seco, han jugado un papel clave en la erosión de la capa de ozono.