Los labios resecos son un problema muy común de la temporada de frío, pero que afortunadamente se puede resolver fácilmente.
La piel de los labios es diferente a la del resto del cuerpo, pues están compuestos de una “piel de transición” que carece del estrato córneo, la capa más externa y resistente de la piel. Por ello, lucen más oscuros que el resto del rostro e incluso su piel es parecida a la del interior de la boca y nariz.
Debido a su fragilidad, cuando llega el invierno la capa se debilita y ocasiona la resequedad y despellejamiento.
Lo que no debes hacer
Cuando los labios se cortan y resecan, lo primero que se debe evitar es el contacto con la saliva, ya que ésta contiene enzimas diseñadas para descomponer grasas y proteínas como las que habitan en los labios.
Adam Friedman, profesor asociado de Dermatología en la Facultad de Medicina de la Universidad George Washington, explica que humedecer con saliva a los labios, puede incluso aumentar el daño.
Añade que el método más utilizado para combatir el problema es el uso de bálsamos, vaselina o cacao; sin embargo, a veces no suelen ser efectivos debido a que no se absorben como las cremas corporales.
El verdadero efecto de estos productos es que forman un escudo impermeable que previene que el aire frío reseque los labios. El inconveniente es que la protección se desvanece al comer o beber.
De igual manera, hay que asegurarse de que estos productos no contengan mentol ya que puede ser irritante para los labios. Los parabenos y ftalatos, son otros ingredientes que deben evitarse por ser altanamente dañinos.
Algunos especialistas aseguran que no se debe abusar del uso de los bálsamos porque pueden hacer que la piel se vuelva perezosa y se regenere peor.
¿Cuál es el mejor método?
El doctor Roopal Kundu, profesor asociado de Dermatología en la Northwestern Feinberg School of Medicine, explica que el mejor método es la exfoliación de labios.
Para ello, sugiere utilizar un paño o toalla, así como un bálsamo que contenga cera, aceite y otros ingredientes que ayuden a eliminar las células muertas, pero sin ser demasiados. “Cuantos menos ingredientes, mejor”, concluye.