La presidenta brasileña suspendida Dilma Rousseff prometió ayer jueves que utilizará “todos los medios jurídicos” para pelear contra su suspensión permanente en un juicio político, lo que avivó el espectro de una persistente agitación política en momentos en que el líder interino Michel Temer trata de rescatar una economía en picada.
Horas después, Temer hizo una exhortación a la unidad, al tiempo que prometió mejorar la economía y respaldar una amplia pesquisa por corrupción en la paraestatal Petrobras.
En declaraciones matutinas después de que el Senado votó a favor de iniciar un juicio político en su contra, y en el que podría ser su último evento oficial en el palacio presidencial, la primera mujer presidenta del país calificó el proceso como “fraudulento” y dijo que era una injusticia más dolorosa que la tortura que padeció bajo una dictadura militar en el pasado.
Rechazó nuevamente la acusación de sus críticos de que había utilizado ardides contables ilegales para manejar el presupuesto federal. “Pude haber cometido errores, pero nunca he cometido crímenes”, dijo Rousseff en una alocución de 14 minutos, flanqueada por decenas de funcionarios de alto rango y miembros de su Partido de los Trabajadores, de izquierda.
La decisión del Senado vino después de meses de intensa batalla política en medio de la indignación del pueblo por un enorme escándalo de corrupción en la petrolera Petrobras y de una debacle económica, y ha arrojado al gigante latinoamericano a la incertidumbre política a solo unos meses de que sea anfitrión de los Juegos Olímpicos.