La VII Cumbre de Las Américas, que se reunirá en Panamá viernes y sábado de esta semana, abordará dos temas fundamentales que acaparan los Estados Unidos y Cuba, por la inminente apertura de embajadas en Washington, D. C. y La Habana, y el caso de Venezuela.
La Cumbre de Las Américas está dedicada esta vez a los temas de gobernabilidad democrática, participación ciudadana, educación, salud, energía, medio ambiente, migración y seguridad en el trabajo, bajo el título macro de “Prosperidad con Equidad”.
Pero el presidente Medina tiene sus propios asuntos cuando se vea con su colega de Haití, Michel Martelly, por los recientes sucesos en torno a los consulados dominicanos y la prohibición para la exportación de vegetales y frutas a los mercados haitianos que perturban las relaciones.
En cuanto a los temas que tocarán los más de 26 presidentes y jefes de Estado de la región que han confirmado a Panamá, el presidente dominicano tiene en la gobernabilidad democrática, la educación y la salud, las áreas en que pudiera exponer sus logros y sus esperanzas.
Con solamente unos pocos minutos al micrófono para cada jefe de Estado es muy difícil que el dominicano trate en la plenaria de los gobernantes el siempre presente tema de Haití y las relaciones de los dos países, sino que lo trataría de manera privada con el presidente Martelly.
Aunque se dijo hace tiempo que Medina concurrirá a la VII Cumbre no se ha divulgado todavía si tendrá alguna reunión bilateral, esperándose que de haberla sería más que con ningún otro, con el presidente haitiano, cuyo gobierno azuzó el mes pasado una manifestación anti-dominicana.
Para la plena normalización de las relaciones entre República Dominicana y Haití, luego de los ataques a los consulados dominicanos y la prohibición de las importaciones de productos agrícolas, está pendiente es el retiro de esa veda que pudiera tomar algún tiempo.
Medina y Martelly quizás se aboquen a discutir el futuro del Programa de Regularización de extranjeros r que viven en RD que vence en el mes de junio en medio del temor de que los haitianos que no estén regularizados a la fecha, sean expulsados de manera masiva y sumaria.
Una campaña en este último sentido ha sido puesta en marcha en la prensa y sectores de la sociedad civil de Haití. Los más radicales sugieren que los que fueran expulsados se queden en los pueblos fronterizos haitianos como una barrera humana que impida el comercio bilateral.
EE.UU. versus Cuba
Para cuando se reúnan los presidentes y jefes de Estado en la VII Cumbre, los días 10 y 11 de la presente semana, el tema de la apertura de embajadas en Washington, D. C. y La Habana ya estará bien afinado lo que permitirá que los presidentes Obama y Castro se saluden como amigos.
Obama y el presidente Castro (Raúl) asumieron el 18 de diciembre la decisión de reabrir las relaciones entre los dos países que habían sido rotas hace 50 años. De inmediato Cuba liberó al contratista Alan Gross y Estados Unidos deportó a La Habana a tres espías cubanos encarcelados.
Desde ese momento las negociaciones diplomáticas entre los dos países han avanzado tan rápidamente como nadie esperaba. Lo que faltan son detalles que se analizan en Washington, D. C., y La Habana para la apertura de embajadas que requieren al final el endoso del Congreso.
Aunque el Congreso norteamericano dominado por los republicanos pudiera poner obstáculos a la designación de embajadores en las dos capitales, al parecer Obama está listo a que las misiones se abran bajo la dirección de encargados de negocios interinos.
Una reunión entre los presidentes Obama y Castro ya se da como la noticia más importante que pudiera tener la VII Cumbre. Aunque los dos mandatarios se saludaron en el funeral de Nelson Mandela, en Sudáfrica, se trató solamente de un minuto de afecto protocolar.
Obama llegará a Ciudad de Panamá después de verse en Kingston, Jamaica con la gobernante de ese país, Portia Simpson Miller y los otros 14 países que completan el número de CARICOM, y diversos territorios insulares del Caribe. Los grandes hoteles ya están reservados.
La reapertura de las relaciones entre Norteamérica y Cuba ha generado todo tipo de propuestos negocios que van desde el uso de tarjetas de crédito, la apertura de Internet, los viajes de turismo y negocios y discusiones sobre el retiro del cliché de país que anida terroristas.
Obama versus Maduro
El presidente Obama llegará a la VII Cumbre con su clásica sonrisa esta vez más radiante que nunca puesto que acaba de lograrse un acuerdo de las grandes potencias para asegurar que el programa nuclear iraní no sea utilizado para fines belicistas.
El acuerdo logrado en Suiza con el respaldo de cinco grandes países, abriría la oportunidad para el levantamiento de las sanciones impuestas a Irán debido al desarrollo de su programa nuclear que los occidentales e Israel han sospechado que tiene fines de guerra.
Frente a tal acuerdo, lo que se le presenta a Obama en la VII parecería menor, ya que llega a verse con los presidentes y jefes de estado y el presidente venezolano Maduro luego de ese entendimiento y la previsible reanudación de las relaciones con Cuba a nivel de embajadores.
Obama, mediante orden ejecutiva denunció que bajo el presidente Maduro, Venezuela se había convertido en un peligro para la seguridad de su país. La denuncia encontró el rechazo de varios gobiernos de América Latina y hasta de opositores moderados y la iglesia venezolana.
En la difícil situación de revocar esa orden ejecutiva antes de la Cumbre del viernes y sábado, lo que dejaría a los Estados Unidos en una situación muy desairada, en los corrillos diplomáticos de la región se habla de que las dos naciones entablen un diálogo diplomático.
Ese podría ser el parecer del gobierno del presidente Medina, que como otros de la región no solamente tiene buenas relaciones con el país sudamericano, sino que es beneficiario del programa de Petrocaribe que permite la adquisición de petróleo en términos blandos. UNASUR y CELAC repudiaron la orden ejecutiva de Obama.
Al parecer el repudio colectivo al presidente Obama no estaría contemplado, ni es algo que beneficia al propio gobierno del presidente Maduro que posiblemente desearía zanjar las diferencias, demostrar que la acusación no tiene fundamentos y reiniciar un camino de reconciliación con Norteamérica, como hacen en estos días Cuba e Irán, hasta la acreditación de embajadores.