CIUDAD DEL VATICANO.- El documento final del Sínodo sobre los jóvenes, que se ha celebrado durante casi todo el mes de octubre, incluye una petición de favorecer la acogida y no discriminar a las personas homosexuales, la mayor participación de las mujeres en la Iglesia, pero también el valorar la castidad.
Esta asamblea de obispos en la que por primera vez participaron externos, 34 jóvenes que colaboraron en el debate y la redacción del documento, aprobó con la mayoría requerida de los dos tercios este texto de 60 páginas que contiene 167 puntos.
Cada uno de los puntos fue votado uno a uno hoy por los 249 obispos presentes durante toda la jornada y todos ellos fueron aprobados con la mayoría de dos tercios que se requería según las reglas del Sínodo.
El documento incluye una parte dedicada a la sexualidad de los jóvenes que fue la más controvertida al recibir el mayor número de votos contrarios, 184 a favor y 65 en contra para recibir el plácet.
En el punto 150 se explica que en el Sínodo “se reafirma que Dios ama a todas las personas y así lo hace la Iglesia, reiterando su compromiso contra cualquier discriminación y violencia sobre la base sexual”.
Aunque en el documento se especifica que la Iglesia “reafirma la antropológica diferencia y reciprocidad entre hombre y mujer” también “retiene que es algo restrictivo definir la identidad de las personas a partir únicamente de su orientación sexual”.
Explican que en muchas comunidades ya existen “caminos para acompañar en la fe a personas homosexuales” y que el Sínodo “recomienda favorecer estos caminos”.
En el capítulo de la sexualidad, en el que los jóvenes habían pedido que los obispos se expresaran sin tabúes, no se hace referencia a las relaciones sexuales prematrimoniales o a los métodos contraceptivos.
Se explica solo que “se necesita proponer a los jóvenes una antropología de la sexualidad capaz también de dar el justo valor a la castidad”.
También en el documento final del Sínodo se pide una presencia de las mujeres en todos los niveles de la Iglesia también en la toma de decisiones.
Un espacio importante se da al “lado oscuro” de Internet que puede ser “territorio de soledad, manipulación, explotación y violencia”.
Pero el Sínodo toma nota de que los jóvenes son “nacidos digitales” y desea un cambio en el lenguaje de la Iglesia y que se creen “oficinas y organismos para la cultura y la evangelización digital”.
Un espacio importante en el texto se ha concedido a la inmigración, ya que la mayoría de los inmigrantes son jóvenes, y se ha denunciado “una mentalidad xenófoba y de cierre” ante la que “hay que reaccionar con decisión”.
El documento resalta que “los jóvenes han pedido en voz alta una Iglesia auténtica, luminosa, transparente y alegre” y afirma que “solo una Iglesia de santos puede estar a la altura de estas peticiones” y que “muchos jóvenes la han abandonado porque no han encontrado la santidad, sino la mediocridad, la presunción, la división y la corrupción”.
Pide una “escucha real” a los jóvenes, ya que aun “prevalece la tendencia a dar respuestas confeccionadas y recetas ya preparadas”.
Reconoce que el mundo está indignado por los abusos de personas de la Iglesia y pide un “inmediato y radical cambio de prospectiva”.
Al respecto, tres de los puntos del documento están dedicados a los abusos y se pide afrontar “la falta de responsabilidad y transparencia con la que han sido gestionados muchos casos”.
Así como considera necesaria la adopción “de medidas rigurosas para la prevención y la formación de sacerdotes ante los casos de abusos sexuales”.
El Sínodo da las gracias a “quien ha tenido el valor de denunciar lo que ha sufrido, ayudando a la Iglesia a tomar conciencia de lo que ha sucedido y de la necesidad de reaccionar con decisión”.
Esta asamblea de obispos, los únicos que pudieron votar el documento, “reconoce que afrontar los abusos en todos sus aspectos, también con la valiosa ayuda de los jóvenes, puede ser una oportunidad para una reforma de alcance histórico”.
El documento está dirigido, como dijo el papa al concluir este Sínodo, “a los mismos padres sinodales” y Francisco aún no ha decidido si este documento será admitido como magisterio de la Iglesia o servirá para la redacción de un documento pontificio. Cristina Cabrejas