El drenaje pluvial en la ciudad de Santiago representa una problemática acumulada durante décadas, producto de la falta de inversión, planificación y seguimiento por parte de las distintas administraciones municipales.
Como ingeniero, considero que hoy más que nunca se hace impostergable abordar este tema desde una perspectiva técnica, realista y de largo alcance, si queremos evitar que cada temporada de lluvias se traduzca en caos, pérdidas y retroceso urbano.
Una problemática histórica e invisible
Los problemas actuales del drenaje pluvial no son nuevos. Son el resultado de la acumulación de omisiones de muchas gestiones que no realizaron las inversiones necesarias, en parte porque estas infraestructuras no se ven a simple vista: están enterradas.
Sin embargo, sus consecuencias son evidentes y afectan la vida cotidiana de nuestra gente: calles anegadas, daños a las infraestructuras, problemas sanitarios y pérdida de bienes.
Muchas de estas redes fueron construidas en zonas sin planificación urbana, sin diseños pluviales apropiados y con tuberías que no cumplen los diámetros adecuados, lo cual agrava la situación en cada evento climático.
Un plan de solución por etapas
Propongo que la solución se estructure en varias etapas, con una visión de largo plazo. Abrir zanjas de gran tamaño por toda la ciudad no es viable.
Por eso planteo el uso de tecnologías modernas como los topos, que permiten instalar tuberías subterráneas sin romper las calles. Aunque esta técnica también genera inconvenientes, sería mucho menos traumática para la ciudad que una excavación abierta tradicional.
Esta problemática no podrá resolverse sin el respaldo del Gobierno central, razón por la cual sugiero gestionar financiamiento a través de organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Agencia Francesa para el Desarrollo o la Agencia Española de Cooperación, entre otros.