El apoyo a la posible reelección del presidente Medina al parecer ha ido fortaleciéndose entre la población dominicana no solamente por el respaldo que el gobernante recibe desde la primera semana en agosto del 2012, sino por la “americanización” de la vida nacional.
Con el presidente Medina ocurre lo que nunca había pasado y es que un presidente en ejercicio tenga tanto respaldo popular no obstante los muchos problemas que enfrenta la mayoría de los dominicanos, que pudieran ser más escépticos con los políticos y más reclamantes de mejoría económica.
Paralelo a otras cosas que muestran el aprecio de los dominicanos por la “americanización”, como el cambio para mal del gusto gastronómico y la pérdida de hábitos de vida nacionales, la reelección por un período y nunca más, “made in USA”, luce un atractivo extra a la tradicional reelección.
El repudio a la reelección, sin que la gente se traslade a la historia del país de principios del siglo XX y antes, tiene la referencia de los repetidos gobiernos del expresidente Joaquín Balaguer, quien utilizó todas las artes legales y no para mantenerse en el poder, sobre todo de 1966-1978.
Balaguer volvió a gobernar por diez años más entre 1986-1996, ya como una especie de “dicta-blanda”, durante la cual tuvo dominio de todo pero funcionó el Congreso con legisladores opositores, disminuyó su influencia en la justicia y redujo la represión en comparación con el primer tramo.
El gobernante, ya anciano y ciego, levantó la mano del expresidente Leonel Fernández, cuya vocación por el poder lo llevó a gobernar en tres períodos y quien es ahora el tema de la discordia en su partido PLD, por las aspiraciones del presidente Medina de acudir a la reelección 2016-2020.
Como antes, Fernández no se imagina la vida fuera del poder, creyó al parecer con convencimiento de que Medina gobernaría solamente un período para volver a ponerle la banda presidencial en su pecho y rechazó, todavía lo hace al parecer, acogerse al menos a un cuatrienio sabático.
Sus partidarios más íntimos que lo rodean y que lo tratan como “presidente”, en contraposición a como llaman al gobernante en ejercicio “Danilo”, quizás no contaban con ninguna de las dos cosas: la enorme popularidad de presidente y el gusto por la americanización de los dominicanos.
El resultado de una puja nacional desde que el comité político del PLD votó por mayoría el 19 de abril autorizar a sus legisladores procurar en el Congreso la modificación de la Constitución para permitir la reelección del político, es en cierta forma la división del país, con creciente apoyo reeleccionista, y contrario del lado opositor.
Cuando hace días se malinterpretó una declaración del embajador de los Estados Unidos, James Brewster, en el sentido de que se oponía a la reelección del presidente Medina, los opositores se frotaron las manos. Poco después el diplomático aclaró las cosas. Los Estados Unidos no se oponen a la reelección.
Tampoco los Estados Unidos se oponen a la creciente “americanización” de la vida dominicana que ha hecho de la comida chatarra que prohija ese país una “delicia” para los criollos de todas las clases. Brewster es un embajador reeleccionista que llegó en el segundo mandato del presidente Obama, como gran recaudador de campaña.
Tema al Senado
El tema de la reelección llega hoy miércoles al Senado, donde esa cámara conocerá el pedido de 13 legisladores reeleccionistas que buscan una ley para modificar la Constitución e instaurar un mandato continuista y nunca más al estilo del que prevalece en los Estados Unidos.
En vísperas de la convocatoria se han producido numerosas apelaciones a que los dirigentes Medina y Fernández se pongan de acuerdo privadamente, prevaleciendo la idea de que el segundo apoye la promulgación de la ley como un paso inicial para que sus partidarios acepten la reelección.
Se decía en círculos aparentemente enterados, que las posiciones del doctor Fernández y de Medina se mantenían incólumes. El primero estaba todavía en el extranjero mientras se desarrollaba el feriado del Día del Trabajo.
El presidente fue temprano a su despacho ayer en una demostración de que está muy atento a lo suyo.
El pasado lunes, el influyente ministro Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta reveló una encuesta en la cual hasta un 84% de los ciudadanos daban su apoyo a la repostulación de Medina. Se trataría de una encuesta posterior a la decisión del comité político.
Fernández, en el tramo desde la resolución del comité político hasta ayer, había perdido el entendimiento de los cuatro declarados aspirantes a la candidatura presidencial, Reynaldo Pared Pérez, Francisco Javier García, Temístocles Montás y Radhamés Segura, quienes preferirían la reelección.
García manifestó ayer sus temores de que el PLD sería castigado si al presidente Medina le impiden la reelección, un argumento bastante socorrido en esa organización y fuera debido a que las encuestas señalan como alta la tasa de rechazo que tiene el ex presidente Fernández.
Algunos rumores atribuían a un conocido empresario, hijo a su vez del cabeza de su grupo de negocios, haber pasado al expresidente Fernández una propuesta para que los dos líderes se reúnan. Se dice que Fernández respondió con un pliego en base al cual aceptaría apoyar la reelección.
“Ambos están parados en dos patas”, comentó una fuente. Indicó que Medina, al principio inseguro respecto a proponer su nombre para la reelección, ahora estaría firme y dispuesto a superar escollos. Hace días tomó la decisión de aceptar las renuncias del doctor Vincho Castillo y dos hijos, opuestos a la reelección y alineados con Fernández.
La reelección pasa por un período de discusiones en la prensa. Algunos abogados como el doctor Emmanuel Esquea, veterano dirigente del PRD, dijo que un referendo sería obligatorio para modificar la Constitución debido a que la reforma afectaría “el derecho fundamental de elegir y ser elegido”.
Los abogados Nassef Perdomo y Olivo Rodríguez Huertas consideraron “absurdo” el alegato de que se requiere de referendos consultivo y aprobatorio para reformar la Constitución y restablecer la reelección por dos períodos consecutivos.
Algunos partidarios del doctor Fernández alegan que al expresidente se le ha maltratado pública y privadamente, que se le quiere crucificar antes de que se decida en el Congreso el futuro de la reelección. El político ha evitado hablar públicamente sobre la situación.