HOLGUIN, Cuba (AP) — El huracán Sandy, con sus ráfagas de hasta 165 kilómetros por hora, atravesó el jueves el oriente de Cuba, donde hubo lluvias torrenciales e inundaciones que causaron el derrumbe de viviendas y destrozos en cultivos de café y tomate pero sin ocasionar muertos.
Sin embargo, dos personas perecieron a consecuencia de Sandy, una en Jamaica y otra en Haití.
Aún después de azotar la mitad oriental del territorio cubano, Sandy no perdió intensidad como suele ocurrir con las tormentas cuando pasan sobre tierra. Ello agravó los temores de que su impacto fuera mayor al esperado por varias comunidades montañosas de las que aún no se tiene un reporte completo de daños.
“A la 1:00 am (0500 GMT), tocó tierra como huracán categoría 2 por un punto cercano a Playa Mar Verde… en la provincia de Santiago de Cuba; tomó rumbo al norte y atravesó toda la región oriental prácticamente sin perder intensidad ni su estructura”, informó José Rubiera, jefe del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología de Cuba.
El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos informó que Sandy salió de la costa nororiental de Cuba cerca del amanecer y que avanzaba con dirección norte a unos 30 kilómetros por hora (18 millas por hora), con vientos máximos sostenidos de 165 kph (105 mph). Se pronostica que siga siendo huracán mientras avanza por las Bahamas.
Las provincias cubanas más afectadas fueron Holguín, Santiago, Granma y las Tunas.
En Holguín, a unos 700 kilómetros de la capital, los residentes salieron de sus viviendas el jueves por la mañana luego de una noche sin electricidad. En las calles se encontraron con palmeras y postes derribados que obstruían el tránsito.
Norje Pupo, un jubilado de 66 años, intentaba retirar un enorme árbol que cayó en su jardín.
“Es un costo muy grande para la economía del país y para la agricultura… pero somos capaces de salir adelante “, dijo Pupo a The Associated Press.
En Santiago de Cuba, la segunda ciudad más importante del país y ubicada en el extremo oriental de la isla, los vecinos pasaron la noche sin dormir luego de oír por varias horas el sonido del viento y la intensa lluvia golpeando contra paredes y ventanas.
“Estamos todavía mojados, sacando escombros, hojas y ramas que arrastró el viento. Fue algo muy desagradable”, comentó a la AP Yolanda Tabío, una jubilada de 64 años. Aseguró que techos de zinc de varias casas volaron por el aire en la madrugada y su parroquia se derrumbó.
En la localidad de Siboney, a unos 14 kilómetros de la urbe santiaguera, las olas alcanzaron los 10 metros de altura y el agua penetró varios metros tierra adentro.