SALCEDO, Prov. Hermanas Mirabal, Rep. Dominicana.-Con canciones de contenido social, consignas, todo un océano de lágrimas, guardia de honor, una misa de cuerpo presente, palabras de aliento llamando a continuar la lucha y un “concierto de disparos”, fueron sepultados este sábado, a prima noche, los restos del consagrado dirigente comunitario Darío Antonio Camilo Ortega, quien murió durante un sospechoso accidente de tránsito en la autopista Duarte.
La naturaleza también hizo su aporte al duelo de Salcedo por la muerte de este noble hijo. Durante todo el sábado el cielo se mantuvo grisáceo y por momentos dejaba caer sus “lágrimas”, como ocurrió durante el velatorio, en la casa, camino a la Iglesia y rumbo al cementerio de Clavijo, donde sus restos recibieron cristiana sepultura.
Camilo Ortega había nacido el 11 de septiembre de 1955 –contaba, por lo tanto, con 58 años de edad- era un padre de 7 hijos. Se destacó desde joven como dirigente del Frente Amplio de Lucha Popular (FALPO) y era también representante del Frente de la Dignidad Nacional. A la hora de su deceso, estudiaba Derecho ya que, en lo profesional, tenía un sueño: Graduarse de abogado, lo que truncó su repentina desaparición.
EL HECHO
Darío Camilo había venido a Santiago el pasado viernes para socorrer a un nietecito que se encuentra en condiciones delicadas de salud en el hospital Doctor Arturo Grullón, según se informó. El niño necesitaba sangre con urgencia y el vino “a resolver”. Cuando completó la misión, se dispuso a marcharse.
Avanzaba en un motor por la autopista Duarte. Más atrás lo seguía el padre del menor, identificado como José Luis Valdez, en otra motocicleta. Pero entre la avenida Rafael Vidal y el Hospital Metropolitano de Santiago (Homs) Darío fue impactado por un vehículo. La acción fue tan rápida que su acompañante dice que “no vio nada, que no se dio cuenta de nada”.
“Solo atiné a recoger a Darío del pavimento y, con la ayuda de otra persona, llevarlo al Homs, que es el que estaba más próximo del lugar”, cuenta José Luis aun turbado por los momentos que le tocó vivir. La mayor parte de los golpes recibidos fue en la cabeza. Por lo tanto, a pesar del rápido traslado, ya el dirigente estaba prácticamente muerto. Exhaló sus últimos suspiros llegando al hospital. El motor no había aparecido hasta ayer.
EL SEPELIO
Camilo vivía en Rabo Duro, un marginal y combativo sector de Salcedo, escenario de protestas frecuentes por reivindicaciones. Allí se realizó su velatorio con la presencia de dirigentes comunitarios de Nagua, Navarrete, Santo Domingo, Moca, Santiago, San Francisco de Macorís, Cotuí, Tenares y otras comunidades de la región y el país.
Cientos de personas acudieron, durante todo el sábado, para expresar su solidaridad con la familia Camilo Ortega. En horas de la tarde se colocó música de contenido social incluyendo de Silvio, Los Guaraguaos, Expresión Joven y otros intérpretes de ese género, que era el preferido de Camilo.
¡QUE SE INVESTIGUE!
A las 4:00 se realizó un breve acto frente a la vivienda. Jorgelaine Morel, concejal del FALPO y del Frente Amplio de Tamboril, destacó las cualidades que adornaron al dirigente popular y comunitario. Por la comunidad hizo uso de la palabra Miguel Martínez y a nombre de la familia habló Julio Camilo, hermano del dirigente comunitario.
Otros oradores fueron Blas Vargas, quien lo hizo a nombre del Frente Amplio por la Dignidad Nacional ; por el municipio de Salcedo habló Tony Jao; Víctor Bretón lo hizo a nombre del FALPO, mientras que el poeta Dagoberto López crispaba los bellos con la declamación de un poema patriótico.
Todos los que intervinieron coincidieron en señalar las condiciones de hombre noble, responsable, serio, incorruptible, luchador, de gente de pueblo de Darío Camilo. Algunos, como en el caso de Víctor Bretón, coordinador nacional del FALPO, y Blas Vargas, del Frente Amplio, demandaron una investigación ya que consideran como sospechoso este accidente recordando que, por su lucha en favor de la comunidad, Darío había recibido en el pasado reciente amenazas de muerte.
Terminado este acto, y siempre con música de contenido “a todo dar” colocada en un disco-light, que iba al frente, así como al son de consignas entre ellas “Darío no murió, se multiplicó” y “Darío querido, Salcedo está contigo”, el cadáver fue llevado a la Iglesia “Jesús Buen Pastor”, de Clavijo, para una misa de cuerpo presente.
Esta fue oficiada por el sacerdote Robinson Mejía quien, durante la homilía, reveló que conoció muy de cerca a Darío Camilo ya que en circunstancias diversas siempre acudía a él para pedirle orientación. “Era un dirigente abierto, pluralista, que escuchaba y reflexionaba. A mi me tenia mucha confianza y siempre se llevaba de mis consejos”, recordó el cura.
Recordó que muchas veces fue con el a Santo Domingo, a visitar instituciones del Estado, en busca de soluciones para los problemas de Salcedo ya fueran arreglos de calles, caminos vecinales o carreteras, solución a los apagones y otros. Encomendó su alma al Señor y pidió resignación a sus familiares ante esta irreparable pérdida.
EN EL CEMENTERIO
La despedida final de Darío Camilo ocurrió mientras una tenue lluvia, que arreciaba por ratos, se dejaba sentir por momentos. La tarde moría ese sábado para darle paso a la noche ya que pasaban de las 6:00 cuando el cadáver llego al camposanto en hombros de los compañeros de lucha del dirigente popular.
Allí Gabriel Sánchez, vocero nacional del Frente Amplio de Lucha Popular, intentó expresar algunas palabras. “Hoy estamos llevando a su última morada a este consagrado camarada, compañero, amigo, hermano que sacrificó su vida por la felicidad de los demás. Hoy nos duele profundamente su partida pues hemos perdido a uno de nuestros mejores dirigentes…”. Fue, a grosso modo, lo que pudo Sánchez pudo expresar pues las lágrimas lo traicionaron y apagaron su voz.
El tiempo, pues era casi de noche, y las condiciones climáticas, provocaron que el acto en el cementerio Divino Niño, de Clavijo, se abreviara. El ataúd con los restos de Darío Camilo comenzó lentamente a ser introducido en la lápida donde descansarán para siempre mientras se escuchaba en los alrededores todo “un concierto de disparos” como homenaje de sus amigos a este luchador comunitario que sacrificó hasta su propia vida por el bienestar del pueblo.
Mientras, sus compañeros abandonaban el camposanto jurando seguir su ejemplo y continuar adelante por la construcción de una sociedad, de un país, de un mundo mejor aunque se tenga que dejar el pellejo en la calle porque… “de que vale la vida si no es para luchar por la felicidad de los demás”, como dijo un gran pensador.