Los chistes de la presidenta argentina Cristina Fernández perdieron su sentido al ser traducidos mientras trataba de ganarse a un grupo de inversionistas rusos durante una visita a Moscú la semana pasada, pero el contenido de su mensaje estaba claro: sus inversiones serían bienvenidas en Argentina.
Pero aunque los intereses comerciales de Rusia han crecido en la última década, siguen siendo limitados y han sido rebasados por la necesidad de tener aliados políticos mientras la crisis en Ucrania continúa y Moscú sufre por las sanciones de EEUU y UE después de haberse anexado Crimea el año pasado.
“Rusia necesita amigos, no sólo en el comercio sino en la ONU, y los está buscando donde puede”, dice Diana Negroponte, una especialista de la Guerra Fría en el Centro Wilson, señalando que las mismas relaciones difíciles de Argentina con las potencias occidentales como EEUU y el Reino Unido convierten al país en un aliado perfecto.
En Moscú, la Sra. Fernández agradeció a un sonriente Vladimir Putin, presidente de Rusia, su apoyo en la disputa legal de su gobierno sobre los fondos de cobertura “holdout”, que han estorbado la inversión extranjera en Argentina, y sus reclamos sobre las disputadas Islas Malvinas – denominadas Falkland Islands en inglés. A cambio, Argentina se abstuvo de votar en la llamada de la ONU a los estados miembros para no reconocer la anexión rusa de Crimea.
Pero un memorándum de cooperación, firmado por YPF, la compañía paraestatal de energía argentina, y Gazprom de Rusia para desarrollar la formación de esquisto de Vaca Muerta en Patagonia, que tiene una de las más grandes reservas de petróleo y gas de esquisto del mundo, fue vaga y sin compromiso.
Eso es a pesar de ser la más importante prioridad de inversión de Argentina, ya que su desarrollo revertiría un déficit de energía muy costoso que requiere de inversiones de 200 mil millones de dólares, principalmente de extranjero.
“Es muy extraño que Gazprom, la mayor productora de gas en el mundo, con mucho gas que no puede vender, venga aquí por gas”, dijo Daniel Gerold, un consultor de energía en Buenos Aires, sugiriendo que podía haber una motivación política detrás del acuerdo. “Yo estaría muy sorprendido si hubiesen inversiones grandes en el corto plazo, para decirlo con delicadeza”, comentó.
El Sr. Gerold dijo que una planta hidroeléctrica de dos mil millones de dólares financiada por Rusia y un contrato para que compañías rusas construyan una nueva estación de energía nuclear eran de mayor importancia – siempre y cuando sucedan, aclara.
Aún más, de acuerdo a la prensa local, los ejecutivos que se encontraron con la Sra. Fernández – sorprendidos por su chiste en el que expresó que perdonaría a su ministro de turismo por ser descendiente de alemanes “a pesar de [Angela] Merkel” – expresaron su preocupación con los estrictos controles monetarios de Argentina. Estas medidas han provocado docenas de quejas hechas contra Argentina ante la Organización Mundial de Comercio por países como EEUU, UE y Japón.
Rusia había encontrado mercados en América Latina para su industria de armas – hasta que cayeron los precios del petróleo, Venezuela era su mejor aunque controvertido cliente de la región. Pero el país también se ha volteado más recientemente a América Latina para incrementar sus importaciones de comida, especialmente de los gigantes de la agricultura Brasil y Argentina, a raíz de las sanciones que le han impedido importar de sus socios tradicionales en Europa y EEUU.