Postes de luz arrancados, vallas en el suelo y restos de barricadas en las avenidas del centro de la ciudad, Hong Kong se despertó este domingo con los estigmas de la violencia del día anterior. Y en la prensa y en las redes sociales se publicaron videos de la represión policial en el metro.
Antes de la medianoche del sábado, decenas de agentes de las brigadas antidisturbios bajaron a toda prisa por las escaleras mecánicas de la estación de metro Prince Edwards.
Armados con porra y gas lacrimógeno, los agentes corrieron hacia las puertas del metro que se cerraba. Los altavoces de la estación piden a los pasajeros que abandonen el recinto. Entonces las puertas se abren y llueven golpes sobre la gente en las ramas de los trenes que intentaban protegerse con los brazos.
Las imágenes tomadas por testigos y colegas de Hong Kong son extremadamente violentas.
La movilización amplió sus reivindicaciones, denunciando la creciente influencia de China sobre su región y la pérdida de libertades.
«Es ahora o nunca», explica una contable que se hace llamar Wong. «Tengo dos hijos que no han venido, pero su abuela está aquí. Defendemos el mantenimiento del derecho a manifestar para la próxima generación», agregó.
Este sábado se cumple el quinto aniversario del rechazo de Pekín a organizar elecciones con sufragio universal en Hong Kong. Esta decisión desencadenó el «Movimiento de los Paraguas» de 2014, marcado por 79 días de ocupación del centro financiero y político de la ciudad.
Aquella movilización entonces histórica finalizó sin ninguna concesión por parte del Gobierno central chino. Y los manifestantes actuales están decididos a no dejar morir su movimiento, de ahí la creatividad de sus modos de acción.
Además de la prohibición de manifestar, la víspera cinco militantes de primer orden y tres diputados fueron detenidos en una redada. Entre ellos, dos figuras centrales del «Movimiento de los Paraguas»: Joshua Wong y Agnes Chow, ambos de 22 años.
Más de 900 personas fueron detenidas en total desde junio.