Santo Domingo, 11 de abril de 2014. La Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos CLAR se sumó a quienes se solidarizan “con las personas desnacionalizadas por la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional y solicitan al presidente Medina buscar un solución justa y apegada a los derechos humanos”.
“Expresamos, a la sociedad dominicana y a la comunidad internacional, nuestro dolor y nuestra solidaridad con motivo del drama que en República Dominicana se vive por la desnacionalización de tantas y tantos hermanas y hermanos con la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional; nuestra identidad, que nos llama a permanecer en la escucha de Dios donde la vida clama, a estar cerca de todas aquellas personas que sufren cualquier tipo de exclusión, violación de sus derechos humanos, atropello a su dignidad, y cualquier negación de su ciudadanía, nos mueve ahora a manifestar nuestra posición, enraizada en los criterios humanos y evangélicos”, recoge el comunicado rubricado y hecho público en el VIII Encuentro de Secretarías de las Conferencias Nacionales realizado en Puerto España-Trinidad y Tobago el pasado 4 de abril del presente año.
La CLAR espera que el Estado dominicano busque una solución respetando el derecho de los más débiles y que se lleve a cabo apegado a las leyes dominicanas, que protegen los derechos humanos. Manifestaron además, estar vigilantes al proceso de diálogo y consulta iniciado hace unas semanas por el presidente Danilo Medina con diversos sectores de la sociedad, en la búsqueda de un consenso que solucione de forma inmediata y definitiva el riesgo de apátrida que sufren miles de dominicanos y dominicanas de ascendencia haitiana.
El comunicado, firmado por 47 confederaciones de congregaciones de religiosas y religiosos católicas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, Uruguay, Venezuela y la República Dominicana, señala también la importancia de seguir el ejemplo de Jesús de Nazaret, que vino a defender la humanidad vulnerada de quienes, en su mismo país, eran vistos como extranjeros, hasta devolverles la dignidad, en el acto generoso de su amor gratuito, como ilustra la parábola del Buen Samaritano (Lc. 10, 25-37).
“Como hijas e hijos de un mismo Padre, oramos al Dios padre y madre por medidas que, de una vez por todas, superen este atropello y, al mismo tiempo, respondan a los derechos y a las esperanzas de los descendientes de inmigrantes que, también en otros de nuestros pueblos, esperan la buena noticia de la aplicación real de legislaciones justas e inclusivas”, destaca la nota.
Asimismo, dijeron estar atentos a las acciones y palabras del Papa Francisco y su preocupación por la suerte de los migrantes y sus descendientes, por lo que hacen suyo el mensaje expresado por el Pontífice en la Jornada Mundial de los Migrantes del 5 de agosto de 2013, que reza: “Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero, hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos, será imposible erradicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que, tarde o temprano, provocará su explosión. Cuando la sociedad -local, nacional o mundial- abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad” (Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium 59).