Dr. Willians De Jesús Salvador.
La reforma fiscal es el cambio en las leyes fiscales ya emitidas, con la finalidad de ajustarlas a las nuevas circunstancias de la economía de una nación, y también en ocasiones se crean nuevas leyes fiscales para el cobro de tributos de diferentes naturaleza, con la finalidad de aumentar las recaudaciones presupuestarias.
Existen reformas fiscales emblemáticas, por ejemplo, en España la aprobada en el año 1844 que estableció las bases del actual Sistema Tributario Español. Traigo este caso a colación por lo anecdótico, en el año 1843, un pronunciamiento militar comandado por los generales Serrano, Narváez y Prim dieron un golpe de estado al General Espartero, acto seguido, Isabel II que apenas había cumplido 13 años de edad, fue declarada mayo de edad, dando inicio a un nuevo reinado y un nuevo periodo.
En el año 1844 el ejecutivo presidido por Narváez, inicio la reforma fiscal más radical para la época, cambiando todo el sistema medieval de cobrar los tributos, lo que provocó grandes protestas de los industriales y comerciantes, lo que hizo de la joven e infantil reina Isabel 11, una monarca impopular. Debo establecer como justicia histórica, que la reina era ajena a esta reforma impulsada por el Ministro de Hacienda Alejandro Mon.
En los foros de políticas públicas para América Latina, se ha discutido con amplitud la necesidad de realizar reformas fiscales con la finalidad de superar el rezago que tenemos como región con respecto a los países de economías emergentes continente asiático.
La directora del PNUD, Rebeca Grynspan, revelo en una ponencia que pese a que la región ha vivido los mejores años de crecimiento, en dos décadas, en el año 2006 apenas logramos superar los niveles de pobreza del año 1980.
“La región se ha quedado atrás con respecto a otras, especialmente del mundo desarrollado, que está creciendo más rápidamente que nosotros, y además, con un crecimiento de mejor calidad, con alta competitividad en los mercados internacionales y un mayor componente tecnológico.” Expresó la alta funcionaria del PNUD.
Por cuales razones, traigo a cuento este planteamiento beneficioso de las reformas fiscales y cambios estructurales del sistema tributario de las naciones, porque hay que entender que la economía se debe ir transformando con la dialéctica de los pueblos, y cada época con lleva a nuevas exigencias financieras que se traducen en presiones tributarias, que siempre son como un trago de cicuta para los pueblos.
Cuando una reforma fiscal y tributaria, no es un parche de emergencia a la economía como lo habitual que sucede en América Latina, al final repercute en beneficio de sus pueblos, por ejemplo, en Europa hay países que tienen una dictadura fiscal, no voy hacer alusión a ninguno en particular, por prudencia diplomática, sin embargo, cuando revisamos la calidad de vida de sus ciudadanos y los beneficios sociales que de estas se derivan, encontramos el contraste con aquellos de menor presión tributaria, con respecto a la calidad de vida ciudadana, sus sistemas educativos, sanitarios, garantías ciudadanas y políticas sociales compensatorias para la tercera edad. Además que no se notan tanto la asimetría social de sus ciudadanos.
Cada vez que se plantea una reforma fiscal en República Dominicana, es una tragedia nacional, y la reacción de la población siempre es airada, porque no existe una correspondencia entre los sacrificios fiscales y el bienestar a la población. En la presente ocasión a la gente está indignada porque se entiende que el déficit que es producto del derroche clientelar del partido de gobierno, además, de otras obscenidades administrativas como diría el brillante economista y ex jefe del Tesoro Norteamericano, Alan Greenspan.
Ahora bien, tenemos madurez como pueblo, y como tal, debemos asumir los retos del presente, para avanzar hacia el futuro sin nuevos traumas, es necesario el consenso de toda la sociedad productiva con respecto a la reforma fiscal y tributaria que plantea el gobierno dominicano, que encabeza el Presidente Danilo Medina, quien al igual que la Reina Isabel II, su gobierno sin pretenderlo pasó de la niñez a la adultez, con esta reforma fiscal que necesariamente divide la sociedad dominicana.
He escuchado y leído, posiciones levantiscas, y expresiones opositoras irreflexivas, las cuales no contribuyen a crear un clima de gobernabilidad en nuestro país, razón por la cual apelamos a la sensatez de todos los sectores, hay que hacer un punto de inflexión, empezando por sector oficialista, y el pueblo en general a través de los diferentes grupos de presión, no digo oposición política, porque el PRD que es la principal fuerza electoral del país, está en un interregno o en un feriado o en tiempo sabático, por lo tanto, no hay un liderazgo opositor “moralmente aceptado” que canalice las resabios colectivos.
A la vez que hago votos sinceros como ciudadano para que las próximas reformas fiscales y tributarias, no sean producto de “una tragicomedia de sus malos gobernantes”, sino, que sean el producto de un proceso dialectico para el crecimiento y desarrollo de la República Dominicana.
El autor es Médico y Diplomático.