Los Ángeles (EE.UU.), 4 ago (EFE).- Michael Jackson tenía tanto dinero que no sabía que hacer con él, decían quienes lo conocían, tanto que se hizo construir un paraíso privado donde poder fantasear y ser feliz, un lugar de cuento llamado “Neverland” que ahora se desvanece cinco años después de la muerte del artista.
El inmenso rancho californiano de 1.300 hectáreas busca dueño y ha sido tasado en 30 millones de dólares, una cantidad que, a juicio de expertos inmobiliarios consultados por Forbes, podría dispararse hasta los 100 millones de dólares si las grandes fortunas se sienten tentadas en pujar por lo que queda del mundo de ensueño de Jackson.
El cantante adquirió la propiedad, anteriormente conocida como “Sycamore Valley Ranch”, en 1988 de manos del magnate de campos de golf William Bone por 17,5 millones de dólares, según unas fuentes, y hasta 30 millones, según otras, y dio rienda suelta a sus deseos más peregrinos.
Jackson rebautizó el lugar como “Neverland”, el “país de nunca jamás” descrito por el escocés J.M. Barrie en sus novelas sobre unos niños traviesos que nunca crecían cuyo líder era Peter Pan, un personaje heroico que el propio “rey del pop” pretendió emular.
“Yo soy Peter Pan”, declaró el artista en una entrevista con el periodista británico Martin Bashir publicada en 2003, antes de que los escándalos de abusos sexuales a menores le hicieran abandonar su suntuosa morada para siempre.
Existen pocos reportajes sobre “Neverland” y los que hay son parciales. Las imágenes de su interior escasean, y en su mayoría son aéreas, pero los testimonios acumulados a lo largo de los años permiten hacerse una idea del rancho en su momento de apogeo.
Enclavado en el valle vitivinícola de Santa Ynez, misma zona donde se rodó la película “Sideways” y a dos horas y media de Los Ángeles en coche, el rancho descansa entre colinas y carreteras secundarias.
Traspasada su entrada principal, el visitante tiene aún que recorrer un kilómetro y medio antes de descubrir lo que el rancho esconde en su interior.
“Según conduces, las cosas van surgiendo: el lago, los robles gigantes que protegen una casa enorme, las viviendas para invitados, las vías del tren, una estación de ferrocarril, estatuas, y a lo lejos, en la distancia, más edificios y, por supuesto, el parque de atracciones y el zoo”, recordaba Brad Sundberg, quien fuera el técnico de sonido de Jackson durante 18 años.
Sundberg decidió contar en Facebook sus sensaciones sobre “Neverland” tras conocer la noticia de su venta.
“El lugar era mágico”, aseguró el ex empleado de Jackson.
Para su divertimento, y el de sus visitantes, el “rey del pop” hizo instalar desde una noria a un tiovivo, un salón con juegos de arcade, un escenario para conciertos al aire libre y un cine, incluido su propio dispensador de dulces.
Los cuidados jardines estaban coronados por un reloj floral a los pies de la casa principal de estilo victoriano que el artista heredó del anterior propietario, Bone.
El tren o los coches de golf eran el medio de transporte utilizado por quienes transitaban por el complejo, incluido Jackson, quien llegó a tener en su zoo desde leones, monos y alpacas, hasta elefantes, uno de los cuales era regalo de su amiga la actriz Elizabeth Taylor.
En 2003 y tras décadas de rumores y acusaciones de abusos sexuales a menores ocurridos en “Neverland”, las autoridades emitieron una orden de detención contra Jackson por pederastia. La burbuja fantasiosa en la que había convertido su rancho reventó cuando la policía entró allí con una orden de registro.
El artista, que terminó siendo exculpado de los cargos en un juicio celebrado en 2005, declaró que nunca regresaría a “Neverland” porque su paraíso había sido violado por aquel proceso judicial.
Así fue, Jackson abandonó físicamente el valle de Santa Ynez pero siguió manteniendo la propiedad. En 2008, sus desmesurados gastos le llevaron a tener que pedir ayuda a la empresa de inversiones Colony Capital para que se hiciera cargo de una deuda de 23 millones de dólares.
El “rey del pop” se aferraba en vida a cualquier opción para mantener su sueño a flote, quizá con la esperanza de volver allí algún día.
Michael Jackson falleció en junio de 2009 a los 50 años por una sobredosis de un anestésico y su familia, muchos de sus fans, y los dueños de Colony Capital, pensaron en “Neverland” para enterrarle y convertir el sitio en un lugar de peregrinación y negocio, igual que “Graceland” lo es para Elvis Presley.
Pero Jackson eligió su rancho para que estuviera apartado del mundo, difícil de llegar, lejos de vías principales, para que nadie le molestara. En Los Olivos, el pueblo más cercano, no hay infraestructuras para soportar hordas de turistas, y sus residentes, de alto nivel adquisitivo, tampoco las quieren.
El cantante recibió finalmente sepultura en Los Ángeles y “Neverland” continuó cerrado estos cinco años, suponiendo un coste de mantenimiento millonario para Colony Capital, que ha decidido que ya era hora de vender. EFE