La pérdida del submarino argentino ARA San Juan en el Atlántico con 44 tripulantes desató polémicas por las eventuales responsabilidades, la ira de familiares y la búsqueda infructuosa, en un país cuya marina arrastra mala reputación por la represión en dictadura y la guerra de Malvinas.
El caso tiene fuertes implicancias. El sociólogo Ricardo Rouvier dijo a la AFP que “el hecho tiene un costado político, histórico y tecnológico”.
“Se pone de manifiesto la responsabilidad militar en la última dictadura, la derrota en Malvinas y por otro lado la reacción civil-política que colocó a las FFAA (fuerzas armadas) en el lugar de la culpabilidad, en un segundo plano institucional y relegada presupuestariamente”, señaló.
Más de 700 militares y policías han sido condenados a penas de prisión desde 2004, por graves violaciones de los derechos humanos en la dictadura (1976-83). Otras condenas en cortes militares sufrieron altos mandos por deficiencias en la conducción bélica contra Gran Bretaña (1982).
A diez días de que se produjera el último contacto con el sumergible y horas después una explosión en la zona por donde navegaba, detectada por una organización antinuclear, la tragedia impacta en una sociedad conmovida.
– ¿Rodarán cabezas en el alto mando marino? –
La prensa local conjetura que habrá una purga militar. Pero el presidente Mauricio Macri dijo el viernes que hasta que no sea hallada la nave y realizada una investigación “seria, profunda” pidió no aventurarse “en buscar culpables”. En la misma línea, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, afirmó sobre presuntos cambios en la cúpula naval que “toda especulación tiene que estar suspendida hasta que concluya esta operación” de rescate.
Pero la jueza Marta Yáñez comenzó a investigar. Lo primero que dijo es que “el submarino no tiene caja negra, la caja negra es todo el submarino”. “El objetivo es investigar las causas de la explosión” que mencionó la Armada, dijo Yáñez.
Rouvier dijo que “el fenómeno en sí de la desaparición del submarino lo convierte en una tragedia que integra cuestiones de la historia contemporánea argentina, y con la indefinición política de cuál es el rol de las fuerzas armadas”.
“Concurre sobre el submarino siniestrado el factor posible, no demostrado aún, de desidia, olvido o desinterés del poder político en invertir en sus FFAA”, dijo Rouvier.
– ¿Por qué se tarda en hallarlo? –
La Armada pasó de buscar al buque en la superficie a orientarse al fondo del mar, con sonares y un equipo de rescate submarino de EEUU. “La zona es grande, el medio es hostil y es muy difícil la búsqueda”, dijo el portavoz naval, Enrique Balbi.
Desde el primer día se planteó la duda de encontrarlo rápido porque la meteorología era muy adversa, con fuertes vientos, temporales y olas de seis a ocho metros de altura. Ahora el mar está más calmo.
Familiares de los submarinistas denunciaron que el operativo lanzado para la búsqueda fue tardío. “Se ha decidido tarde usar todos los medios y en pedir ayuda internacional”, dijo desesperada y entre sollozos Elena Alfaro, hermana del submarinista Cristian Ibáñez. Los parientes esperaban más noticias en el apostadero de Mar del Plata, a 400 Km al sur.
– ¿Fue mal manejada la información? –
Itatí Leguizamón, esposa de otro tripulante reaccionó con indignación: “Yo me siento engañada, ¡cómo van a saberlo recién ahora! son unos perversos y nos manipularon”, dijo enfurecida. Es abogada y esposa de Germán Suárez, sonarista del ARA San Juan.
Lo que hizo estallar de furia a los familiares es que se informara que se había registrado una explosión 9 días después de ocurrida. La Marina informó sobre una avería de baterías cuatro días después de la desaparición.