Haití se encuentra desde la semana pasada sumido en una grave crisis política por las violentas protestas convocadas por un sector de la oposición, cuyo principal reclamo es la renuncia del presidente Jovenel Moise.
El gobernante haitiano tiene 50 años y llegó a la Presidencia sin ningún tipo de experiencia política, ya que sus actividades estaban ligadas exclusivamente a la producción de banano.
Moise nació en Trou du Nord, en el noreste del país, en el seno de una familia modesta y ligada estrechamente al campo, y emigró con su familia a Puerto Príncipe en julio de 1974, donde hizo sus estudios primarios y secundarios, y posteriormente estudió ciencias de la educación en la Universidad Quisqueya.
Sin embargo, pese a que el campo de la educación parecía que iba a ser su destino, Jovenel decidió dar un giro a su vida y optó por el mundo empresarial, y tras casarse en 1996 con Marie Martine Etienne Joseph, decidió trasladarse a Port-de-Paix, en el noroeste del país, y crear la que sería su primer empresa, Jomar Auto Parts, dedicada al mundo del automóvil.
Antes de aspirar a la Presidencia en 2015, Jovenel se responsabilizó de Agritrans, una empresa dedicada a la producción de banano orgánico en el noroeste del país.
Para poder presentarse a la Presidencia, Moise dejó su cargo de consejero delegado en Agritrans y se volcó entonces en la campaña electoral para las elecciones de octubre de 2015, bajo la sombrilla del gobernante Partido Haitiano Tet Kale (PHTK), formación a la que pertenecía Michel Martelly.
Moise conquistó entonces el 32,81 % de los votos, logrando el primer lugar, pero los resultados fueron invalidados tras confirmarse irregularidades que llevaron al Consejo Electoral Provisional (CEP) a ordenar nuevos comicios.
Las elecciones se repitieron el 20 de noviembre de 2016 y el ahora presidente logró, tras un proceso electoral muy convulso, un 55,67 %, si bien la tasa de participación fue de apenas 21,1 %. De acuerdo con la OEA, que observó dichos comicios, Haití posee la menor tasa de participación en el hemisferio en el caso de las elecciones presidenciales.
El 7 de febrero de 2017 se juramentó para un periodo de cinco años con un mensaje de unidad para construir un mejor Haití, el país más pobre de América, y donde más de la mitad de los 10 millones de habitantes sobrevive con menos de 2 dólares diarios.
Moise asumió el cargo apenas cuatro meses después de que el poderoso huracán Matthew se cebara contra Haití, dejando más de 500 muertos y millonarios daños materiales en este país caribeño, que aún sufre las secuelas del potente terremoto de enero de 2010 que dejó unos 300.000 muertos y 1,5 millones de damnificados.
Desde que llegó al poder, heredando una difícil situación económica y social se han producido una serie de manifestantes por la crisis económica y en contra de la corrupción.
En julio de 2018, el anuncio de una subida en el precio de los combustibles desató las protestas ciudadanas, obligando a su Gobierno a revocar la medida, aunque las movilizaciones continuaron, dejando varios muertos, y se convocaron diversas jornadas de huelga.
Esas acciones contra la Administración de Moise llevaron a la renuncia del primer ministro, Jack Guy Lafontant, sustituido por Jean Henry Ceant, quien asumió el cargo en septiembre.
Los haitianos volvieron a las calles para exigir el esclarecimiento de la supuesta malversación de fondos de Petrocaribe, el acuerdo por el cual Venezuela suministra petróleo en condiciones favorables a varios países caribeños.
Una auditoría reveló irregularidades entre 2008 y 2016 en este programa, e involucra a 15 exministros y actuales funcionarios en este caso, así como a una empresa que dirigía el presidente Moise.
Arrancando 2019 la situación de Haití se agravó por una fuerte depreciación del gourde, la moneda oficial, y por la crisis de electricidad derivada de la escasez de combustibles.
Las protestas, que han dejado al menos nueve muertos, se iniciaron el pasado 7 de febrero, coincidiendo con el segundo aniversario de la llegada de Moise al poder, y son convocadas por el Sector Democrático y Popular, integrado por líderes de partidos de oposición y por grupos sociales.
Ese sector acusa al presidente de la crisis que atraviesa la deprimida nación y le reprocha la falta de acciones en temas como la corrupción y la inseguridad, agravada estos días por las protestas.
Durante estas manifestaciones han reclamado hasta la saciedad la renuncia del gobernante, quien, por el contrario ha hecho dos llamados al diálogo, uno hace una semana y otro el jueves, pero ambos han sido rechazados por sus opositores.
Además, en su mensaje el jueves en la televisión nacional, el jefe de Estado respondió a la oposición asegurando que no dejará el país “en manos de bandas armadas y narcotraficantes”, que quieren utilizar la empobrecida nación para sus intereses personales. EFE