En Mateo 8:21,22; y Lucas 9:59,60 se registra el episodio en que un discípulo a quien Jesús le dice que lo siga, le pide al Maestro que le permita primero enterrar a su padre. Y la respuesta de Jesús fue: “Deja que los muertos entierren a sus muertos”. Y agregó “Tú ven y sígueme.”
El expresidente Leonel Fernández refiriéndose a los que patrocinan la “campaña de descrédito” en su contra por el narcotraficante Quirino Ernesto Castillo Paulino, en su comunicado de pasado domingo,recurre a al episodio de referencia para responder a los que calificó de malignidad e ignominia en su contra con las palabras del Maestro de Galilea “Dejad que los muertos entierren a sus propios muertos” (Lucas,9:60).
Ése era un deber de amor filial que el discípulo, como buen hijo, quería cumplir con su padre fallecido. Sin embargo, Jesús le responde: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ven y sígueme.” (Mt 8:21,22; Lc 9:59,60).
¿Qué cosa quiere decir Jesús con eso de que los muertos entierren a sus muertos?
¿Cómo puede un muerto enterrar a otro muerto? ¿Quiénes eran esos muertos que según Jesús debían enterrar a sus muertos?
Los “muertos” que entierran a sus “muertos” no están muertos en el mismo sentido en que están muertos los que son enterrados. Obvio. Pero ¿en qué sentido están muertos los primeros, si son capaces de enterrar a los segundos?
El apóstol Pablo escribió a los cristianos de Éfeso: “Él -esto es, Jesús- os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados.” (Ef 2:1). Están muertos en vida todos aquellos que llevan una vida de pecado, “siguiendo la corriente de este mundo” (v. 2), como agrega Pablo. Es decir, viviendo como vive la mayoría de la gente, a su manera y a espaldas de Dios.
Deja que tus parientes -que están muertos por la vida de pecado que llevan- entierren a tu padre, que cumplan ellos ese deber. Pero tú, que ya no estás muerto, sino vivo, ven y sígueme.