Por Moisés Cáceres
Hay municipios que cambian con los años, y hay otros que cambian cuando llega el liderazgo correcto.
Puñal pertenece al segundo grupo.
La diferencia entre el antes y el después se llama Enrique Romero.
Antes de Romero, Puñal era un municipio rezagado: con calles en deterioro, comunidades sin agua constante, una recogida de basura deficiente, poca iluminación y sin rumbo claro. Era, para muchos, una zona de paso entre Santiago y Moca.
Hoy, Puñal es una ciudad en expansión, con obras, planificación y orden.
Y eso no pasó por suerte, sino por gestión.
El alcalde Enrique Romero ha demostrado que con voluntad, disciplina y alianzas se puede transformar un territorio.
Gracias a su liderazgo, el municipio vive una etapa de desarrollo integral, donde confluyen inversión pública, servicios eficientes y un auge inmobiliario sin precedentes.
El sistema de agua potable La Penda–Puñal, con una inversión de más de RD$1,200 millones junto a CORAASAN y el presidente Luis Abinader, marcará un antes y un después en la historia del municipio. Por primera vez, Puñal contará con agua constante y de calidad, una condición indispensable para el crecimiento urbano e industrial que ya está ocurriendo.
A la par, el Ayuntamiento ha logrado ampliar la cobertura de limpieza de un 30 % a más del 90 %, modernizar el Cuerpo de Bomberos, asfaltar calles, iluminar comunidades completas, reconstruir viviendas vulnerables, y ejecutar obras del presupuesto participativo en cada distrito.
Puñal hoy se siente más limpio, más seguro y más planificado.
Ese trabajo ha abierto la puerta al boom inmobiliario más importante en la historia del municipio.
Nuevos residenciales, urbanizaciones y proyectos habitacionales se multiplican, atraídos por la confianza, los servicios, la conectividad con el Aeropuerto del Cibao y el orden urbano que ha traído la gestión de Romero. Lo que antes eran terrenos baldíos, hoy son zonas de crecimiento, inversión y empleo.
El resultado es visible: Puñal pasó de ser un municipio rural periférico a ser una extensión natural del desarrollo de Santiago.
Una comunidad que crece con identidad propia, con servicios que funcionan y con un liderazgo que no improvisa.
El antes de Puñal fue abandono.
El después es progreso, agua, vivienda, empleo y orgullo local.
Enrique Romero no solo ha sido un alcalde, ha sido el gestor de una transformación.
Bajo su dirección, Puñal dejó de esperar y empezó a construir su propio futuro.
Y hoy, nadie duda de que el cambio está a la vista.