Sobre las gradas del jardín central hay una valla en la que aparece una foto suya haciendo swing, junto a un total de hits que progresivamente se acerca hacia otro icónico número. Cada vez que añade un hit a la cuenta en casa, los empleados del Angel Stadium se ponen a trabajar para actualizar al instante los dígitos. Cuando los Angelinos regresaron a Orange County para recibir a los Yankees la noche del viernes, en el letrero se leía 2,994.
Su retrato también aparece en un anuncio por el jardín derecho en el que se menciona una promoción, un bobblehead conmemorativo en honor del venidero hito.
“Ö COMING SOON”, se lee en el letrero (VIENE PRONTO).
Entonces, sí, el dominicano Albert Pujols está consciente de que se está acercando a los 3,000 hits de por vida. Las pancartas están en todos lados.
“Todo el mundo está ansioso”, dijo Pujols. “Pero les voy a decir la verdad. Yo realmente no estoy pensando en eso. Va a pasar en algún momento, y cuando pase, lidiaré con eso. En estos momentos, soy muy bueno bloqueando todas esas distracciones, porque al final del día no se trata de mis números, sino de ayudar a esta organización. El asunto aquí es ayudar a ganar a este equipo, y ésa es mi meta todos los días.
“Cuando pase, todos vamos a celebrar, incluso yo, pero realmente trato de no pensar en eso. Es difícil no hacerlo, porque el número está en todos lados. Cada vez que das un hit, suben la cuenta. Pero puedo bloquear todas esas cosas”.
A estas alturas de su carrera, el veterano de 38 años es bien ducho en el arte de esquivar las preguntas sobre sus impresionantes logros personales. Lo viene haciendo desde que llegó a los 500 jonrones en el 2014.
Con seis hits más, Pujols se convertirá en el 32do jugador en llegar a los 3,000 imparables y apenas el segundo dominicano, después de Adrián Beltré, en conseguirlo. Aparte de Pujols, los únicos otros con 600 jonrones y 3,000 hits son Hank Aaron, Willie Mays y Alex Rodríguez.
Los 619 bambinazos ubican a Pujols en el puesto siete de todos los tiempos, y en un futuro cercano el toletero debe de superar a Ken Griffey Jr. (630). Además, está a 68 empujadas de unirse a Aaron, Babe Ruth y Rodríguez como los únicos con 2,000 impulsadas o más.
“He alcanzado unas marcas muy buenas aquí durante estos últimos siete años”, opinó Pujols, quien recibirá un bono de US$3 millones por arribar a los 3,000 imparables. “Pero es lo mismo. Pienso que voy a tener tiempo suficiente cuando termine mi carrera para ver lo que hice. Por el momento, mi enfoque está en ayudar al equipo y eso es lo más importante”.
Elogios de La Russa
Aunque Pujols siempre ha priorizado el éxito del equipo por encima del suyo, está perfectamente consciente de los exclusivos escalones qué está conquistando.
“Él no busca números, sino victorias”, dijo Tony La Russa, el manager Salón de la Fama que dirigió a Pujols durante 11 años en los Cardenales de San Luis. “Pero está consciente, porque es muy inteligente y conoce la historia del béisbol. Entonces, mientras se acerca a esos números mágicos, como 3,000 hits, pues esas cosas tienen el espacio adecuado en su corazón”.
La Russa, quien ahora es vicepresidente de los Medias Rojas y asesor especial del presidente del departamento de operaciones de béisbol de Boston, Dave Dombrowski, recuerda claramente los inicios de Pujols en los Cardenales y su explosión al bate a los 21 años de edad en el 2001.
Luego de que el jardinero izquierdo regular Bobby Bonilla se lesionó una pierna durante los entrenamientos, Pujols se quedó con el equipo grande y protagonizó una de las mejores temporadas de novato en la historia, bateando .329 con 1.013 de OPS, 37 jonrones y 130 empujadas. Durante la próxima década, se convertiría en el toletero más temido de su generación, bateando .323 con un OPS de 1.037 y promediando 40 jonrones y 121 impulsadas por campaña, suficiente para ganar tres premios al Jugador Más Valioso de la Liga Nacional y dos anillos de Serie Mundial en San Luis.
“Tuvimos mucha suerte al tenerlo por 11 años en los Cardenales”, reconoció La Russa.
Pujols ha dejado de ser el centro de atención en los Angelinos con el paso de los años, especialmente tras la llegada de Mike Trout y Shohei Ohtani a Anaheim. El quisqueyano también ha sido afectado por las lesiones en las piernas y los pies, e incluso ha debido pasar varias veces por el quirófano.