Ocho días después que el huracán María arrasó Puerto Rico, Efraín Pérez sintió dolor en el pecho.
Los médicos de su pueblo lo enviaron al hospital principal de Puerto Rico para una operación de emergencia por aneurisma de la aorta. Pero cuando la ambulancia entró en el estacionamiento del hospital situado en San Juan después de un recorrido de dos horas, un médico salió a su encuentro.
“Él dijo, ‘No lo bajes, no lo puedo atender. Yo no tengo luz. Yo no tengo agua. Yo no tengo anestesiólogo'”, recuerda Nerybelle, la hija de Pérez.
El hombre de 95 años murió en la ambulancia, pero no está incluido en la lista oficial de 64 muertos por el huracán, una cifra que es objeto de una contienda política y legal en torno a la manera como las autoridades reaccionaron a la tormenta de categoría 4 que asoló la isla caribeña el 20 de septiembre de 2017.
Frente a por lo menos tres demandas que exigen datos sobre la mortalidad, el gobierno de Puerto Rico dio a conocer el martes información que ilustra con detalles el consenso creciente de que cientos o miles de personas murieron como consecuencia indirecta de la tormenta.
Según los datos, la cifra de muertos entre septiembre y diciembre de 2017 superó en 1.427 el promedio para el mismo período de los cuatro años anteriores. Además, septiembre y octubre tuvieron la cifra de mortalidad más alta de cualquier otro mes desde 2013. Pero las estadísticas no indican si la tormenta y sus secuelas contribuyeron a las muertes adicionales.
El gobierno puertorriqueño sostiene que más de 64 personas murieron como resultado de la tormenta, pero no elevará la cifra oficial antes de que la Universidad George Washington complete el estudio de los datos que realiza a petición de la isla.
El asunto se complica porque el gobierno federal y los gobiernos de los estados y territorios no tienen una definición común de lo que constituye una muerte relacionada con una tormenta.
El Centro Nacional de Huracanes solo contabiliza las muertes provocadas en forma directa, tal como una persona aplastada por un árbol caído. No cuenta las muertes indirectas, como la de una persona cuyo equipo médico falla debido a un corte de luz.
En principio, Puerto Rico contó las muertes directas y algunas indirectas. Después dejó de actualizar sus cifras a la espera del estudio de la Universidad George Washington, que se dará a conocer en las próximas semanas o meses.
La cifra de muertos tiene repercusiones políticas. En su visita a Puerto Rico el 3 de octubre, dos semanas después del paso de la tormenta, el presidente Donald Trump preguntó al gobernador Ricardo Rosselló cuántos eran los muertos. “Dieciséis”, dijo Rosselló.
“Dieciséis personas certificadas”, dijo Trump. “Dieciséis personas en lugar de miles. Pueden ustedes estar orgullosos de toda su gente y toda nuestra gente trabajando juntos. Dieciséis en lugar de literalmente miles. Pueden estar muy orgullosos. Todos los que miran pueden estar realmente muy orgullosos de lo que ha sucedido en Puerto Rico”.
El lunes, dos demócratas presentaron en el Congreso de mayoría republicana un proyecto de ley que establecería métodos federales para contar las muertes después de un desastre natural, con el argumento de que así se mejoría la respuesta federal y sería crucial para la asignación de recursos.
El proyecto de 2 millones de dólares permitiría a la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA) contratar a la Academia Nacional de Medicina para efectuar un estudio sobre la mejor manera de contabilizar las muertes luego de un desastre, dado que en la actualidad el proceso depende de cada estado y territorio.
“Nadie que reconstruye su vida después de un desastre natural debería padecer la negligencia que hemos visto en Puerto Rico”, dijo el representante Raúl Grijalva, de Arizona. “Demasiadas familias puertorriqueñas sufren penurias adicionales hoy porque las autoridades no reconocen la muerte de sus seres queridos”.
Miles de puertorriqueños enfermos, como Pérez, no pudieron recibir atención médica en los meses siguientes a la tormenta, que provocó el apagón más grave de la historia estadounidense. Aún hoy hay 6.983 viviendas y negocios sin electricidad.
Los datos difundidos el martes revelaron aumentos de varias enfermedades en 2017 que podrían estar vinculadas con la tormenta: los casos de septicemia, una infección grave de la sangre provocada por bacterias, aumentaron de 708 en 2016 a 835 el año pasado. Las muertes por diabetes aumentaron de 3.151 a 3.250, y las muertes por enfermedades cardíacas de 5.417 a 5.586. Los datos no fueron desglosados por mes, lo que impide analizar si las enfermedades aumentaron después del huracán María.
La televisora CNN y el Centro Puertorriqueño de Periodismo Investigativo demandaron al gobierno puertorriqueño cuando se negó a revelar un informe detallado de los muertos después de la tormenta.
El 5 de junio, una jueza dio plazo al gobierno hasta el martes para divulgar una base de datos que indicara las causas de muerte de todos los fallecidos desde dos días antes de la tormenta hasta el presente, con todos los certificados de defunción, entierro y cremación del mismo período.
“Aún la ciudadanía no tiene un panorama claro en torno a cuántas vidas se perdieron como resultado del paso del huracán María, incluyendo cuántas vidas se perdieron por falta de alimentos, de medicamentos, de servicios de salud, o simplemente por falta de una respuesta efectiva a una emergencia. Por tal razón, urge arrojar luz sobre todos los componentes de la preparación y respuesta gubernamental”, escribió en su fallo la jueza Lauracelis Roques.
El gobierno pidió una extensión del plazo para entregar los certificados de defunción, señalando que debía censurar algunos datos del seguro social de 48.000 documentos individuales.
La magistrada rechazó el pedido y el gobierno preveía anunciar sus próximos pasos más tarde. Mientras tanto, miles de puertorriqueños esperan que la información permita incluir a sus seres queridos en la lista de víctimas de la tormenta, algo que los sacará de la indefinición y mostrará a la opinión pública estadounidense el costo real del huracán.
Hasta ahora, Pérez ha sido uno “de los que no cuenta”, dijo su hija a The Associated Press. “Eso es mentira”.
Lucila Pardo, de 96 años, pasó casi cuatro meses en el calor sofocante de un hogar de ancianos sin electricidad y se le produjeron llagas. En enero la llevaron a un hogar que tenía electricidad, pero las llagas se habían infectado y la llevaron a un hospital donde murió de septicemia dos semanas después.
“Esa cifra de 64 es una falta de respeto para aquellos que fallecieron de otra consecuencia”, dijo la nieta de Pardo, Analid Nazario. Añadió que el hospital ofreció disculpas en una carta en la que alegó que tenía poco personal.
Un estudio de Harvard publicado el mes pasado calcula que hubo 4.600 muertes más de lo habitual en los tres meses siguientes a María, aunque algunos expertos independientes cuestionaron la metodología y las cifras. Con todo, estudios anteriores hallaron que la cifra de muertes directa e indirectamente relacionadas con el huracán es superior a la oficial. Un informe de 2017 sostiene que hubo casi 500 muertes más de lo habitual en septiembre.
Días antes de que se emitiera la orden al gobierno para que diera a conocer los datos, el Instituto de Estadística demandó al Registro Demográfico para que le brindara la información. El 1 de junio, el registro dio a conocer que hubo 1.397 muertes adicionales en septiembre-diciembre de 2017 comparado con igual período del año anterior.
Uno de los muertos de la primera semana de octubre fue Raúl Antonio Morales, un diabético de 95 años que no contaba con la insulina que necesitaba porque el hogar de ancianos donde residía no tenía electricidad ni generador, dijo su nieta Maytee Sanz.
Dijo que la familia trató de conseguir un generador, pero no lo consiguieron. Un médico en el hogar certificó que Morales murió de causas naturales, y no se le incluyó en la cifra oficial de víctimas.
“Yo pienso que el gobierno ha sido extremadamente inepto e ineficiente en cuanto a las estadísticas”, dijo Sanz. “Hubo muchas muertes que se certificaron como muerte natural por el mero hecho que no murieron… ni electrocutados ni ahogados, pero sí fue a consecuencia del huracán. Cuando no tienes acceso a insulina o máquina de respiración, tú no tienes manera de sobrevivir”.