El anuncio de la PS4 Pro -nada de PS4 Neo como apuntaban los rumores- nos ha sorprendido a nivel estratégico, y lo ha hecho porque Sony ha preferido no ser tan ambiciosa y atacar el mercado con una consola que no es en absoluto una revolución, sino una inteligente vuelta de tuerca para la plataforma que domina actualmente el mercado.
Esta versión mejorada de la PS4 tradicional es quizás más modesta y conservadora de lo que algunos esperaban, pero nuestras primeras impresiones dejan una conclusión clara: si funciona, no lo toques. O al menos no lo toques mucho.
Una experiencia aún más consistente…
El mensaje de Sony durante esta conferencia ha ido dirigido a destacar la cada vez mayor relevancia de los televisores con soporte 4K y HDR, pero lo cierto es que esta consola no podrá ofrecer una experiencia 4K nativa.
La propia Sony reconoce que esta no es una consola de nueva generación, y en la nota de prensa oficial nos recuerda que “es la primera vez en la historia de la PlayStation que un sistema de alta gama se presenta en mitad del ciclo de vida de la plataforma“.
Las mejoras internas son notables sobre todo en el apartado de la GPU: pasamos de un rendimiento bruto de 1,84 TFLOPS en la PS4 convencional a los 4,20 TFLOPS de la PS4 Pro. Más del doble de potencia gráfica que tendrán un impacto clave en ese soporte 4K y HDR.