Una enorme tormenta proveniente del Pacífico azotó el sur de California destrozando caminos, abriendo socavones y causando la muerte de al menos dos personas.
La tormenta, que se alimentó de un chorro atmosférico de humedad que venía del océano, alcanzó su momento más feroz el viernes por la noche, cuando dejó caer más de 20 centímetros (8 pulgadas) de lluvia en una zona. Se esperaba que la tormenta dure hasta el sábado por la tarde.
La región pareció esquivar desastres graves, pero la ciudad desértica de Victorville, varios vehículos fueron arrastrados por una calle inundada y un hombre fue encontrado muerto en un vehículo sumergido después de que otros fueron rescatados, informó el portavoz de bomberos del condado de San Bernardino, Eric Sherwin.
En el área de Sherman Oaks de Los Ángeles, un árbol derribó cables de electricidad, que cayeron sobre un vehículo y un hombre de 55 años en su interior murió electrocutado.
Más tarde en la misma zona, un sumidero se tragó dos coches, el segundo en televisión en vivo. Los espectadores vieron cómo se tambaleaba el segundo vehículo en el borde antes de caer en su interior.
Los bomberos rescataron a una persona del primer coche y el conductor del segundo salió del vehículo antes de que cayera. Nadie resultó herido.
En otra parte de Cajon Pass, el arcén de la interestatal 15 se derrumbó e hizo que volcara un camión de bomberos aparcado, pero nadie resultó herido.
También hubo varias muertes por tránsito en caminos resbaladizos e inundados, pero resultó difícil decir cuáles fueron resultado directo de la tormenta.
Más de 300 vuelos de llegada y salida fueron retrasados o cancelados en el aeropuerto de Los Ángeles.
La tormenta se alimentaba de humedad proveniente del Pacífico, y ráfagas de viento de 96 kph (60 mph) o más azotaron el área. Fuertes lluvias convirtieron arroyos y ríos en torrentes color marrón y causaron que el lodo bajara por laderas yermas a causa de los incendios forestales. Varios tramos de autopistas y carreteras fueron cerrados debido a las inundaciones.
“Es una locura”, dijo Robin Johnson, un asesor académico en la Universidad de California en Santa Barbara. “La lluvia no deja de caer. El viento está incontrolable”.
“El viento llegó a ser tan fuerte que me sorprende que no haya destrozado ventanas”, agregó Phoenix Hocking en un mensaje por Facebook desde Carpinteria. “Ahora tengo un estanque en mi patio. Y a mi perro le están empezando a salir aletas para poder salir a hacer lo suyo”.