A pesar de los diferentes programas para la prevención y atención que se han ejecutado a escala nacional para reducir la tasa de embarazos en la adolescencia, las estadisticas no cambian. Once proyectos se lanzaron entre 2005 y 2017, período en que el país ha mantenido una tasa de fecundidad en adolescentes entre los 12 y 19 años, superior al promedio en la región.
Al día de hoy 22.3 por ciento de los nacimientos son de madres menores de edad, 5.7% más que la tasa de América Latina y el Caribe, con un promedio de 16.6%.
Desde la mira de las Naciones Unidas, en el país no se han reflejado cambios significativos porque la problemática no se ha abordado de manera multidimensional.
De acuerdo con Melisa Bretón, oficial de Desarrollo Humano Sostenible del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el embarazo en menores de edad es un desafío que ha perdurado en el tiempo y una muestra de ello es que el índice no ha cambiado en los últimos 30 años.
Esta realidad, según Bretón, es porque las respuestas de políticas públicas que se han dado hasta la fecha, no han sido suficientes para cambiar esa tendencia.
“El embarazo adolescente es un problema complejo, que no es exclusivamente de un sector, como salud y educación, es una problemática nacional que tiene que abordarse de manera multidimensional”, aconseja Bretón.
Esa opinión la comparte la oficial de Salud del Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (Unicef), Sara Menéndez, quien sostiene que todavía hay brechas en las respuestas desde las instituciones del Estado, las cuales no han asumido su rol.
“Definitivamente todavía tenemos una deuda importante con las adolescentes en República Dominicana”, sostiene Menéndez.
Comparación con la región
El embarazo precoz no representa el mismo problema para todos los países de la región, porque tienen políticas específicas para la prevención, acceso oportuno en educación sexual y reproductiva y los niveles de pobreza son menores.
En el informe del PNUD, “Embarazos en adolescente: desafío multidimensional para generar oportunidades en el ciclo de vida 2017”, República Dominicana, en cuanto a tasa de fecundidad adolescente, está por encima de países como Panamá y Brasil.
El promedio actual de nacimientos es de 100.6 por cada mil adolescentes entre los 15 y 19 años, mientras que la región es de 66.6, quedando a nivel de África con 99.4.
La tasa en Panamá es de 86.9, Brasil, 67.0 y Venezuela, 87.8, quedando el país con un índice superior.
“Presenta niveles que no se corresponde con indicadores económicos del país, República Dominicana es de renta media alta, que crece anualmente, desde la perspectiva del PNUD con un desarrollo humano alto, sin embargo el embarazo en adolescente se compara con países de África subsahariana”, indicó Bretón.
Dijo que estos indicadores llaman a la reflexión, de que se requiere de una articulación política importante.
Lo que ha funcionado en la mayoría de los países, según Bretón, es el acceso a educación sexual, así como programas por y para los jóvenes (Pares), donde estos trabajan en conjunto para abordar problemáticas como el embarazado precoz.
URGEN PROPUESTAS ANTES Y DESPUÉS
Acceso a educación sexual, erradicar el matrimonio infantil y construir resiliencia para los jóvenes que ya son padres, son algunas de las propuestas que Unicef y el PNUD dan al país para abordar el embarazo adolescente.
Sara Menéndez considera que para cambiar esta realidad hay que trabajar en tres puntos: servicios de salud humanizados, la educación sexual y el matrimonio o unión temprana. “Las instancias que participan en la prevención tienen que hacer un análisis de las estrategias, qué ha funcionado, qué no funciona, qué ha funcionado en otros países y por qué no lo podemos hacer nosotros “, asegura.
Asimismo, Melisa Bretón, afirma que se necesita implementar no solo políticas de prevención, sino acciones después del embarazo enfocadas, además de la madre, en él bebe, el padre adolescente y su entorno familiar.
Propone acciones “ex ante” de prevención y “ex post” de construcción de resiliencia para las que ya han dado a luz.
Entre las acciones de prevención consideran que se deben aumentar el acceso a las tecnologías, a la información de salud sexual y reproductiva, métodos de planificación familiar y programas extracurriculares desde la adolescencia como música y deportes.
Mientras que para construir resiliencia sostiene que las madres jóvenes deben tener disponibilidad de sistemas de cuido (estancias infantiles), educación técnico profesional y acompañamiento para evitar abandono escolar.