¡Hola! queridos lectores y lectoras
Perú es un país de contrastes con una inmensa línea costera desértica y una vasta jungla tropical que son divididos por la impresionante cordillera de los Andes. País muy rico en historia, dónde el pasado más lejano se preserva y se fusiona con el desarrollo actual, visitarlo, como he podido hacer en varias ocasiones, ha sido una gran experiencia, que se fundamenta en la observación de la variedad y majestuosidad de sus ambientes naturales, en la diversidad de la gente que lo puebla, y en la gran riqueza cultural del testimonio milenario de la civilización inca.
En sus inicios, desde las montañas, el dios- emperador de los incas gobernaba un imperio muy organizado, de ahí que, a su llegada al territorio que hoy ocupa el actual Perú, en el año 1532, los españoles encontraron diversas culturas sobre las que el reino de los incas había extendido su dominio. Eran pueblos y culturas muy diferentes que habían alcanzado un alto desarrollo artístico, como la cultura Chavin, la de Paracas, la Mochica o Moché, la cultura Nazca, la cultura Recuay, la cultura del Tiahuanaco, la Chimú, la Chachapoya, la Chancay y la cultura Inca, que llegó a extenderse hasta el territorio del actual Chile y Ecuador. Todas estas culturas diseminadas por el amplio territorio peruano configuraron un mosaico de pueblos inmensamente variados, que requirieron las grandes dotes políticas, la enérgica organización burocrática, militar y económica de los emperadores Incas para lograr la unidad. Los Incas lograron unificar estos pueblos, creando un sistema imperial efectivo y sólidamente organizado, fundamentado en la idea religiosa de que el monarca era un Dios y se le consideraba Hijo del Sol. El gobierno lo ejercía el inca o emperador, cuyo poder no tenía límites. Este pueblo conquistador, impuso una lengua y una religión, comunes a los pueblos que sometieron: el quechua (que emplean en la actualidad) y el culto a “Inti”, el Dios del Sol.
En 1532, cuando Francisco Pizarro entró al Perú, encontró al país sumergido en una guerra civil, causada por una disputa entre los príncipes Huáscar y Atahualpa que luchaban por el trono. “En ese conflicto estaban cuando desembarcaron los conquistadores españoles, Pizarro captura a Atahualpa y éste, para rescatar su libertad, le ofrece “todo el oro suficiente para llenar una gran sala hasta la altura de un hombre”. Cuando el oro llegó, los conquistadores lo fundieron y a Atahualpa le dieron la opción de morir en la hoguera como pagano o convertirse al cristianismo y ser estrangulado. Escogió el bautizo y murió, para dar paso a un largo proceso de colonización.
El Perú fue el “país del oro” de los conquistadores españoles, que en el siglo XVI, desembarcaron en la costa del Pacífico y en pocos años instalaron su dominio, sobre el desarrollo de las espléndidas civilizaciones que por siglos estuvieron construyendo uno de los más maravillosos patrimonios culturales de la historia humana.