El sueño se hizo realidad.
Tras décadas de privación, los fanáticos de los Cachorros de Chicago estallaron en gritos de júbilo a las 11:47 de la noche del miércoles y salieron a las calles a festejar por haber ganado una Serie Mundial, algo que no lograban en 108 años. Y el jueves seguían las parrandas.
Los seguidores que se amontonaron en bares para ver el juego en televisión cerca de Wrigley Field celebraron a los pies de estatuas de íconos del equipo como Banks, Billy Williams, Ron Santo y el legendario anunciador Harry Caray.
Al concluir el juego, el estruendo de la fanaticada en los bares y las calles fue ensordecedor. La multitud cantaba a todo pulmón la canción “Go Cubs Go”, del compositor local Steve Goodman y que se ha convertido en un himno para los seguidores del equipo.
“¡Qué tortura!” exclamó Mike Delmanowski, un empedernido fanático de los Cachorros que vino desde California sólo para disfrutar el momento con correligionarios. “No me lo hubiera perdido por nada en el mundo”.
Su esposa Sue agregó: “Me siento orgullosa de poder ser parte de todo esto”.
A medida que avanzaba la madrugada, la multitud se alejaba de Wrigley, cantando “We Are The Champions”. Se tomaban fotos, abrazándose y llorando de alegría. Otros usaron tiza para escribir frases de felicitación en las paredes de Wrigley Field, incluso parándose en los hombros de algún colega para conseguir algún espacio donde escribir.
Miles de entusiastas seguidores seguían en el vecindario del estadio, conocido como Wrigleyville, por lo menos una hora después de terminar el partido, mientras el cielo se iluminaba con fuegos artificiales. La policía dijo la mañana del jueves que no tenía cifras de arrestos.
“Ver esto en mi vida, acompañado de mi hijo, es algo que no tiene valor”, dijo Craig Likhite, quien vino al estadio con su esposa April y su hijo de 10 años, Cade.
“Este partido, con todos los vaivenes que sufrió, le enseñó a él exactamente lo que significa ser un fanático de los Cachorros”, agregó Likhite, de 50 años de edad.
Judy Pareti vino desde Nueva York para ver el partido en un bar llamado Murphy’s Bleachers, donde su abuelo vivía y tenía un carrito de salchichas.
“Mi papá y mi abuelo eran los propietarios de ese carrito, y yo nací aquí”, dijo Pareti. “Yo no estaría hoy en ningún otro lugar”.
La victoria se obtuvo en un partido que fue a extra-innings, luego de décadas en que los Cachorros a veces estaban tan cerca de ganar que los seguidores se quedaban aturdidos por la derrota.
Bob Newhart, el célebre comediante que es también seguidor de los Cachorros, celebró haciendo alusión al mito de que los Cachorros sufrían de una maldición elucubrada por el propietario del bar Billy Goat Tavern en 1945 cuando se le dijo que no podía traer a su cabra al estadio.
“¡Murió la cabra! Y como he dicho siempre, estoy demasiado viejo para esto”, dijo el actor de 87 años de edad en un tuit.
Todos los seguidores serios de los Cachorros conocen con detalle los relatos de amargas derrotas, como la de 1969 contra los Mets, o la de 1984 con los Padres.
Pero en medio de la algarabía de la noche del miércoles, hasta bien entrada la madrugada del jueves, todo eso quedó en el olvido.
“Todo el mundo decía que los Cachorros sólo ganarían la Serie Mundial cuando cayera nieve en el infierno. Pues yo estoy en shock, esto es lo más emocionante que me ha pasado en la vida”, dijo Liz Wolfe, una fisioterapeuta de 36 años de edad.