Cristina Cabrejas Roma, (EFE).- El papa Francisco dedicó su mensaje anual sobre inmigración al drama que viven los niños inmigrantes y criticó que en lugar de favorecer su integración se busque sólo impedir su entrada en los países o se favorezca su repatriación.
El mensaje del papa llega en un momento en el que las asociaciones humanitarias denuncian la desaparición de cerca de 10.000 menores inmigrantes tras su llegada a Europa. Y sólo en Italia han llegado 16.800 menores no acompañados en lo que va de año, que acaban desapareciendo, viviendo en la calle, en centros de detención o, los más pequeños o afortunados, en casas con familias. Por ello, el mensaje papal para la Jornada Mundial del Inmigrante y el Refugiado, que celebrará la Iglesia el 15 de enero de 2017, estuvo dedicado a los niños inmigrantes, “los más vulnerables y sin voz”.
Ante este panorama desolador, Francisco denunció hoy que “en lugar de favorecer la integración social de los niños emigrantes, o programas de repatriación segura y asistida, se busca sólo impedir su entrada, beneficiando de este modo que se recurra a redes ilegales”, denunció el pontífice.
Francisco también lamentó que los menores sean “enviados de vuelta a su país de origen sin asegurarse de que esto corresponda realmente a su interés superior”.
El papa denunció la situación de estos menores que acaban “destinados con frecuencia a centros de detención” y que “no es raro que sean arrestados y, puesto que no tienen dinero para pagar la fianza o el viaje de vuelta, y pueden permanecer por largos períodos de tiempo recluidos, expuestos a abusos y violencias de todo tipo”.
Afirmó que los Estados tienen la “obligación de resolver y regularizar la situación de los emigrantes menores de edad, respetando plenamente su dignidad y tratando de responder a sus necesidades, cuando están solos, pero también a las de sus padres, por el bien de todo el núcleo familiar”. Y recordó que “sigue siendo crucial que se adopten adecuados procedimientos nacionales y planes de cooperación acordados entre los países de origen y los de acogida, para eliminar las causas de la emigración forzada de los niños”.
Francisco describió el drama de los niños obligados a dejar su países, que constituyen el grupo más vulnerable entre los emigrantes, “porque, mientras se asoman a la vida, son invisibles y no tienen voz- la precariedad los priva de documentos, ocultándolos a los ojos del mundo; la ausencia de adultos que los acompañen impide que su voz se alce y sea escuchada”.
Niños que huyen de la situación en sus países y que son “los primeros en sufrirlas, padeciendo a veces torturas y castigos corporales, que se unen a las de tipo moral y psíquico, dejándoles a menudo huellas imborrables”. Asimismo, también explicó cómo a su llegada a los países donde buscaban una vida mejor “acaban fácilmente en lo más bajo de la degradación humana, donde la ilegalidad y la violencia queman en un instante el futuro de muchos inocentes, mientras que la red de los abusos a los menores resulta difícil de romper”.
Ante ello, pidió las medidas necesarias para que se asegure a los niños emigrantes protección y defensa, “ya que estos chicos y chicas terminan con frecuencia en la calle abandonados a sí mismos y víctimas de explotadores sin escrúpulos”, escribió citando otro mensaje del papa Benedicto XVI.