El estar a punto de someterse a un procedimiento de biopsia innecesario; el diagnóstico de males gástricos cuando en realidad era un embarazo; el dictamen errado de una epilepsia; la no detección de un cáncer en estado de metástasis; el diagnóstico tardío de cáncer de mama y la aplicación de un incorrecto tratamiento dental, son solo algunas de las historias que han dejado marcas en pacientes de diferentes edades en algún momento de su vida.
Confiesan que han sido víctimas de diagnósticos errados o de dictámenes médicos tardíos. Algunas de esas historias fueron contadas a Listín Diario a través de la web y otras de manera telefónica o personal, tras iniciar esta semana la publicación de una serie de reportajes sobre el Diagnóstico Médico en el país, donde cita sus fortalezas y debilidades.
Aunque el error en el diagnóstico es una debilidad que se registra en los más avanzados sistemas de salud del mundo, en República Dominicana no es una práctica generalizada, donde en los últimos años la atención médica ha alcanzado importantes avances en materia de capacidades tecnológicas y humanas. Especialistas en el área coinciden en señalar que la inexperiencia, las debilidades en la interpretación y en los programas de educación continuada, y el tiempo que se dedica a la evaluación del paciente, influyen negativamente en la oportunidad del diagnóstico médico.
“Levántese que no tiene nada”
Dos sonografías de tiroides realizadas en un mismo centro de salud le indicaban a María que tenía la presencia de nódulos. Tras la cita con el endocrinólogo se llegó a la conclusión de que ameritaba de una biopsia para descartar malignidad. Ya en la camilla de otro establecimiento donde se le practicaría el procedimiento, se llevó una agradable sorpresa. Al palpar el área, el nuevo especialista dudó del diagnóstico, por lo que indicó un nuevo estudio que descartó el resultado inicial y suspendió la biopsia, evitándole no sólo la intervención, sino el gasto de bolsillo que implicaba el co-pago. “Levántese de ahí que usted no tiene nada”, le dijo.
Cáncer de mama
En su historia de sobreviviente de cáncer de mama, Ana Rita Guzmán narra que se hacía sus chequeos médicos preventivos con regularidad y que cuando se le detectó una bolita en un seno el primer médico que la trató simplemente le quitó el café y le indicó que tomara vitamina E, lo que hizo durante tres meses. Cuando volvió a consultar, entonces le dijo que ella no tenía nada y que volviera en un año. En realidad era un cáncer de mama incipiente, que asegura pudo haberse diagnosticado temprano si el médico no hubiese cometido ese error. Entiende que la campaña preventiva que se hace cada mes de octubre debe ser más integral. “Estar dirigida no sólo a la mujer, sino también a los médicos, porque se cometen muchos errores como en mi caso que pude haberlo detectado más a tiempo”.
“Dijeron que era epilepsia”
A través de las redes sociales, Duarte Amado Figueroa contó a Listín Diario que a su hija de tres años la diagnosticaron epilepsia y que le indicaron hasta tratamiento, pero que como padre precavido buscó otra opinión, y luego de análisis especializados se comprobó que realmente era un diagnóstico errado. El padre aún se pregunta ¿qué consecuencias hubiera tenido para mi hija si le doy ese tratamiento sin confirmar?
“Fui a tratarme una muela y salí sin tres”
Dos experiencias distintas, que no sólo abarcan diagnósticos, sino también tratamiento, fueron detalladas por Cándida. Dice que ocho años atrás, un centro clínico puso en marcha un programa de implantes dentales y que en su caso tuvo que ponerse hueso artificial, el cual le provocó rechazo que obligó a una cirugía maxilofacial y un tratamiento costoso; le cambió la facción del rostro porque hubo que sacarle masa para rellenar. Lamenta que fue en busca de salud para una muela y salió sin tres de ellas.
Otra experiencia negativa que recuerda es que en un centro especializado fue intervenida de la columna vertebral para operarse de una hernia lumbar. Tras dos años y medio de la cirugía sometida a tratamiento y terapias, volvió a presentar los mismos síntomas, fue intervenida nuevamente, donde además de adquirir una bacteria nosocomial resistente quedó sin movilidad en su pierna derecha. Eso le conllevó a tres meses hospitalizada, tres meses incapacitada en la casa y un gasto promedio de 100,000 pesos mensuales.
Esas dos experiencias, asegura, la dejaron frustrada, impotente y con la certeza de que en el país no hay estado de derecho, que es lo que hace que la gente que puede salga fuera en busca de atención.
Destinos de salud
Aunque no existen registros del porcentaje de dominicanos que sale fuera del país en busca de una segunda opinión médica que reconfirme el diagnóstico o a tratarse afecciones detectadas en el país, en los sectores de mayor nivel adquisitivo es una práctica creciente, que adquiere más notoriedad cuando involucra a figuras conocidas.
Siendo Estados Unidos el destino de salud más frecuentado por los dominicanos, de ahí la presencia activa en territorio nacional de representantes de los principales hospitales norteamericanos enfocados en la competencia por la captación de pacientes.
Las razones varían de acuerdo a especialistas consultados al respecto. Algunos la asociación a desconfianza, a cultura de no creer en las capacidades locales, a estatus social y a la búsqueda de mayor experiencia en el campo médico.
El doctor Jorge Marte Báez, especialista en medicina interna Cuidados Críticos y Sueño, lo atribuye a la tradición histórica o creencia de que “aquí no se resuelve nada”. No obstante entiende que la salida del país en busca de diagnósticos y tratamientos médicos es cada día menos, dado el avance que ha tenido la medicina en el país en los últimos 20 años.
“Antes era muy raro que un médico entrenado en Estados Unidos regresara al país, sin embargo, ahora ha cambiado, tenemos especialistas egresados de Estados Unidos que ingresan al país y se involucran en la atención directa del paciente”.
Dijo que se ha ido ganando confianza en la medicina en el país y se ha incrementado el soporte tecnológico, y que incluso conoce casos de pacientes que reciben diagnósticos aquí y van a Estados Unidos para una segunda opinión, y allá les dicen exactamente lo mismo o lo certifican con el nombre del médico que firma su historia clínica.