WASHINGTON (Reuters) – El equipo del presidente estadounidense Barack Obama luchaba el jueves por mantener el liderazgo demócrata en la carrera presidencial, luego de que un sólido desempeño del rival Mitt Romney en el primer debate entre ambos candidatos dio impulso a la campaña republicana tras semanas de reveses.
Romney permaneció a la ofensiva en todo el primer encuentro cara a cara de los dos candidatos en la campaña por los comicios del 6 de noviembre. Pero con menos de cinco semanas de margen hasta el día de la elección, el republicano aún enfrenta una dura batalla en su búsqueda por superar al demócrata.
Obama lanzó algunas críticas al plan impositivo de Romney, pero apareció moderado y perdió -o eligió no tomar- varias oportunidades para atacar.
El nivel de debate confiado y riguroso de Romney reavivó su campaña y podría ayudarlo a estrechar la diferencia con Obama, quien aún lidera en las encuestas de opinión.
No obstante, los analistas dicen que aún se inclinan por las posibilidades de reelección del presidente.
“Nadie va a cambiar de lado a partir de este debate”, dijo Samuel Popkin, profesor de ciencia política de la Universidad de California en San Diego.
Miembros de la campaña de Obama inundaron los programas televisivos el jueves por la mañana, reconociendo que Romney había logrado lo que llamaron “puntos de estilo”. Pero acusaron a Romney de reiterados errores fácticos, como insistir en que Obama recortaría 716.000 millones de dólares de Medicare, y de cambiar de posición en temas importantes.
“Una y otra, y otra vez, le contó una historia al pueblo estadounidense que está completamente en contraste con lo que dijo antes y de hecho no tiene fundamento”, dijo el importante asesor de campaña de Obama David Axelrod en MSNBC.
Axelrod agregó que le daba crédito a Romney por su desempeño sólido, pero que lo desaprobaba en honestidad.
Obama se vio abrumado, pero no hay golpe que pueda hacer que los seguidores reevalúen su respaldo al presidente.
“Por ahora, tomaremos esto como una llamada de advertencia para el presidente, quien tiene todavía una organización de campaña ampliamente superior y cuenta con el tema clave de Medicare”, escribió el jueves por la mañana en una nota a clientes Greg Valliere, analista político jefe de Potomac Research Group.
“Pero esta todavía es una elección ganable para Romney y ése fue el punto clave de la noche de ayer (miércoles)”, agregó.
Previamente al debate, Obama superaba a Romney por 5 ó 6 puntos porcentuales en la mayoría de los sondeos, y lidera por lo menos con márgenes estrechos casi todos los estados reñidos en los que se definirá la elección.
Según la encuesta diaria de Reuters/Ipsos del miércoles, el demócrata lideraba la intención de voto por 6 puntos entre los potenciales votantes, con un 47 por ciento, sobre un 41 por ciento de Romney, un margen que se ha mantenido prácticamente estable desde mediados de septiembre.
La votación ha comenzado de alguna forma u otra en 35 estados y el 6 por ciento de los potenciales votantes ya han emitido su sufragio. Otro 28 por ciento lo haría antes del 6 de noviembre, según el sondeo de Reuters/Ipsos.
Obama se volverá a encontrar frente a frente con Romney el 16 de octubre, en Hempstead, Nueva York, en lo que será un formato de “reunión comunal” durante el cual los votantes directamente harán preguntas a los candidatos. El tercer y último debate de la campaña será el 22 de octubre en Florida.
El único debate de los candidatos a la vicepresidencia -el actual vicepresidente Joe Biden y el compañero de fórmula de Romney, el legislador Paul Ryan- será el próximo jueves en Danville, Kentucky.
LO QUE NO SE DIJO
Incluso demócratas experimentados criticaron fuertemente a Obama por lucir adusto en escena, dar respuestas vagas y, en la mayoría de los casos, no contragolpear.
Frustrando a sus seguidores, Obama evitó los claros ataques que lo ayudaron a construir su liderazgo, fundamentalmente la frase que ha dominado la campaña en las últimas dos semanas: “El 47 por ciento”.
Ese sería el porcentaje de estadounidenses que Romney -en un discurso privado en un evento para recaudar fondos que fue grabado secretamente en mayo- dijo que eran “víctimas” dependientes del Gobierno sin intención de hacerse cargo de sus propias vidas.
Obama no desafió a Romney por adoptar un tono más moderado, buscando apelar a los votantes de centro, que la línea fuertemente conservadora con que se ha manejado en su campaña. Y tampoco encaró un ataque a Romney por su costado empresarial. De hecho, nunca mencionó la empresa de Romney Bain Capital.
La campaña de Obama había pasado meses presentando a Romney como un aniquilador de empleos, diciendo que su firma cerró empresas, disparó los despidos y ayudó a enviar miles de puestos de trabajo al exterior.
El actual presidente tampoco atacó al ex gobernador de Massachusetts por negarse a difundir más de dos años de sus pagos de impuestos al ingreso.
Los demócratas han cuestionado si Romney -que tiene una fortuna estimada en 250 millones de dólares- está ocultando algo sobre sus finanzas y por qué mantiene millones de dólares en paraísos fiscales.
Axelrod dijo que Obama prefirió no atacar y en cambio tratar al pueblo estadounidense como adulto. “Decidió debatir los problemas fundamentales que enfrenta este país”, señaló.