Las reformas constitucionales posteriores al 24 de febrero de 1976 no han supuesto cambios significativos para la vida de los cubanos, coincidieron habaneros entrevistados al respecto. Por eso, ante el nuevo proceso que se iniciará el próximo 2 de junio en la Isla, priman el hastío y el desinterés.
“Sí, la gente acudirá en masa a las urnas, como siempre, para votar por cambios que ni siquiera sabe si serán para bien”, dijo Aracelys Maturell, trabajadora de un mercado artesanal industrial en el consejo popular Buena Vista. Se refería al hecho de que el Gobierno ha prometido llevar a referéndum los cambios.
“Ratificar el carácter socialista de la Revolución no es una reforma, es una imposición”, comentó por su parte el vendedor de hierbas Raudel Cabrera “Y nosotros [el pueblo] haremos el simulacro de que nos consultaron”, agregó en alusión a que, en su discurso de despedida como presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Raúl Castro advirtió que cualquier cambio mantendrá el “carácter irrevocable del socialismo […] y el papel dirigente del Partido Comunista”.
Limitar los cargos políticos y partidistas a dos mandatos de cinco años ha sido, a criterio de los consultados, la única propuesta de reforma política introducida por Raúl Castro.
Sin embargo, para habaneros como Gonzalo Morán, vecino del consejo popular Diezmero, plasmar esa decisión como ley no tendrá mayor importancia en la Isla, en tanto el actual jefe de Gobierno, Miguel Díaz-Canel, expresó en su discurso de investidura que su predecesor “encabezará las decisiones de mayor trascendencia para el presente y futuro de la nación”.
“Ninguna reforma a la Constitución cambiará nuestras vidas”, insistió Morán, quien fue trabajador portuario durante 40 años, se vio forzado a la jubilación por un accidente laboral que lo incapacitó y vive hacinado con seis familiares en un cuarto de solar.
“Yo sí que he leído la Constitución y allí hay que cambiar el Artículo 9 para que yo siga creyendo en esto [la Revolución]”, señaló.