Una vez queda demostrado que ni las paredes ni los barrotes de la cárcel pueden contra el amor, el único sentimiento que puede salvar al mundo.
Un recluso del Centro de Corrección y Rehabilitación Rafey-Hombres y una ex presidiaria se casaron ayer jueves, siendo esta la primera boda católica entre un interno y una ex reclusa dentro del programa “Unificando familias”, demostrando que ni las rejas detienen el amor que ambos se profesan.
El novio es Vladimir Morán, un interno condenado por homicidio, mientras que la novia es Yáscara Vargas, quien ya cumplió cinco años por drogas en Rafey-Mujeres.
Ambos contrajeron nupcias matrimoniales en la mañana de ayer, demostrando que el amor ambos demuestran no lo detienen ni los barrotes de la cárcel.
La boda fue oficiada por el sacerdote Ricardo García. El escenario escogido fue la Catedral Santiago Apóstol.
El arzobispo Ramón Benito de la Rosa y Carpio, quien acudió a felicitar a los novios, valoró este tipo de pasos dados por los internos y pidió a la sociedad brindar una segunda oportunidad para ellos.
Los novios se conocieron cuando cursaban el primero de bachillerato en el Centro de Corrección y Rehabilitación-Rafey-Hombres.