Nelson Gandulla es, como se dice popularmente, “de todo un poco”. Con 29 años es médico, periodista independiente y ha pasado cursos que van desde el marketing a las relaciones internacionales.
Además, es presidente de la Fundación Cubana por los Derechos LGBTI, surgida el 17 de mayo de 2014 en Cienfuegos.
En un país donde parece congelado el debate institucional sobre los derechos de esta comunidad, Nelson, a través de la fundación, informa y capacita a miembros e interesados, apoya a personas contra las que se cometen actos homofóbicos, crea espacios, da voz.
Los miembros de su organización han intentado reunirse con Mariela Castro Espín, directora del estatal Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) y diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular. La respuesta para el diálogo ha sido siempre negativa.
“El nuestro es considerado un proyecto subversivo, por eso es muy difícil realizar activismo de manera independiente. Al no responder a los intereses del Gobierno, eres considerado opositor”, explica Gandulla.
“El CENESEX apoya solamente a proyectos que monitorea directamente, que responden a los intereses del Gobierno y hacen la vista gorda a toda la falta de derechos que sufre la comunidad LGBTI en Cuba. Proyectos como el que yo dirijo, que son transgresores y que denuncian y exigen al Gobierno garantías a favor de la comunidad, son considerados enemigos de la Revolución y, por lo tanto, no reciben el visto bueno del CENESEX”.
Para Gandulla, la diputada Castro Espín, hija de Raúl Castro, no representa a la comunidad LGBTI. La considera una “títere”.
“Es un personaje que lo que trata es de limpiar la imagen del Gobierno y limpiar la homofobia histórica de la Revolución cubana”, dice.
Aunque no vivió capítulos como las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP) —a las que se calcula fueron enviadas en los años 60 unas 35.000 personas, la mayoría homosexuales y religiosos—, Gandulla siente que deberían pedirle perdón. Pero hay algo peor, opina: no hay acciones concretas que permitan a la comunidad LGBTI perdonar.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el 9 de enero “dijo sí” al reconocimiento del matrimonio igualitario y la adecuación de la identidad de género de las personas que lo deseen. Cuba es de los pocos países latinoamericanos que no pertenecen a dicho organismo.
Gandulla critica la falta de voluntad política en la Isla para llegar al matrimonio igualitario. “Que sea un tema constante en las mesas de diálogo y espacios públicos, que exista un compromiso real en hacerlo realidad”, pide. Debe ser tema de presencia “constante para poder llegar a la meta”.
“En Cuba hay mucho camino por recorrer en cuanto a lograr cambios a favor de la comunidad LGBTI, que todavía es una población vulnerada a diario”, advierte. “Hay que legislar a favor de la comunidad, ser más inclusivo, crear oportunidades laborales y de estudio, capacitar a los trabajadores de la salud para no cometer iatrogenia o faltar a la ética médica cuando estemos ante un paciente gay, educar a la Policía, a los funcionarios públicos”, reclama.