El análisis de los debates conocidos de los últimos cónclaves castristas sugiere que han logrado hacer primar el criterio voluntarista de no permitir que la gente se haga “rica”. Entiéndase por esto que los cubanos podamos acumular capital para desarrollar un buen negocio, sea privado o asociado, que nos permita vivir cómoda e independientemente del Estado, por nuestros propios medios, o trabajemos para alguien que valore nuestra labor y nos pague bien. Que podamos tener una vivienda decente, un auto, disfrutar de vacaciones en buenos hoteles cubanos o salir a pasear al extranjero.
Algo así como el “sueño americano” que no es solo de los americanos del Norte, sino el sueño de la mayoría de los ciudadanos de Centro y Suramérica y especialmente de los americanos caribeños, más parecidos todos a los del Norte que el resto de la región, por historia común, tradiciones y vínculos económicos y culturales.
Para los neoestalinistas del castrismo oportunista y sus seguidores, se trata de una aspiración “burguesa”, “capitalista”, subyacente en la filosofía estatalista-asalariada populista del igualitarismo voluntarista que esgrimieron sus líderes para llegar al poder y mantenerse.
Como esa filosofía no genera fuerzas productivas, riquezas ni desarrollo suficiente para mantener el igualitarismo distributivo que enuncia, ni sostener a la burocracia depredadora que genera, termina consumiendo los recursos nacionales, la economía que heredó del capitalismo, las ayudas internacionales y mata hasta la gallina de los huevos de oro: los propios asalariados explotados, que terminan viviendo en la precariedad, yéndose del país y liquidándose como población. Así ocurre en Cuba, donde no hay crecimiento poblacional, aumenta el porcentaje de personas de la tercera edad y los jóvenes no procrean o se largan a cualquier otra nación.
La limitada apertura al trabajo privado y cooperativo ha servido como única vía de escape interno para poco más de medio millón de cubanos, pero a costa de seguir dependiendo del Estado y perder la libertad política.
El plan del socialismo-fraude para el pueblo es “nada de ricos, todos igualmente pobres, menos nosotros”, a partir del esquema simplista, anticientífico y antimarxista del socialismo como un método de distribución y no como la forma en que se explota el trabajo y se retribuye.
Así se desentienden del marxismo que proclaman, pues para Marx el capitalismo no estaba en las relaciones de distribución y consumo, sino en la forma en que se explota y retribuye el trabajo. Las relaciones de distribución y consumo dependen de aquella y no al revés. (Karl Marx en Crítica al Programa de Gotha: “es equivocado, en general, tomar como esencial la llamada distribución y hacer hincapié en ella, como si fuera lo más importante. … La distribución de los medios de consumo es, en todo momento, un corolario de la distribución de las propias condiciones de producción. Y esta distribución es una característica del modo mismo de producción”.)